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Mostrando entradas de febrero, 2024

"El Tiempo Dado": descarga gratuita del libro en pdf

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  En la sección  LIBROS EN PDF  de este blog puedes descargar gratuitamente el libro "El Tiempo Dado", en el que se recogen todas las entradas publicadas con posterioridad al Libro 1 ("Yo voy al Padre") hasta ahora (Capítulos 8 a 12) de "Sabiduría de Dios para el Hombre y Krística de Una Razón Pura".

Nota Final al Libro 2: Razón y Espíritu

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     Tal y como le ocurriera a Blaise Pascal durante una larga existencia vivida dentro de los límites de una razón humana que impide la comprensión de lo Divino, no es hasta que el Espíritu de Dios vivifica la letra de las Escrituras dando “certidumbre, sentimiento, gozo, paz y lágrimas de alegría” que se llega a comprender que “el corazón tiene razones que la razón ignora” .    Hasta ahora hemos venido hablando a la razón humana desde el Espíritu con contenidos y conceptos que la razón entiende, para poder, en adelante, hablar al Espíritu, pues, como bien decía Pablo de Tarso a quienes le escuchaban por primera vez: “no pude hablaros como a espirituales, sino como a carnales, como a niños en Kristo. Os di a beber leche, no alimento sólido, porque aún no podíais asimilarlo; ni todavía lo podéis, pues aún sois carnales. Si hay entre vosotros envidias y discordias, ¿no es porque todavía sois carnales y vivís a lo humano?” (1Cor 3:1-3).    Así pues, entiende que todo lo expuesto has

12.3 (y III) El Fin y los Medios

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      III. Las prisiones de un reino son parte del reino, pero están muy lejos de la corte y están “confeccionadas a la medida” de sus habitantes, que han de vivir en ellas bajo la ley/karma/talión que obliga a pagar “hasta pagar el último céntimo” (Mt 18:21-35) o ser liberados por la Gracia (Mt 6:33), viendo acortada su estancia por la redención por el trabajo (progreso interior del hombre) y la buena conducta (manifestación de ese progreso en la calidad de sus acciones).    “Dios trabaja y labora en mí en todas las cosas creadas sobre la faz de la Tierra” : Él ha puesto ese piano que es el mundo a mi disposición y se hace Maestro que enseña todos los misterios (Mc 4:11) que llevan al intérprete a ser capaz de arrancar de ese piano las melodías más sublimes. Y el libre albedrío para el ser o no-ser del alma consiste en elegir, consciente o inconscientemente, frustrar los planes de Dios para con el discípulo (Lc 7:30) o, conscientemente, escuchar y hacer lo que nos dice (Lc 6:46-49

12.3 (II) El Fin y los Medios

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      II. Y, así, ambas, causa y causalidad, tienen, cada una de ellas, su Fin y sus Medios: (1) el conocimiento de Dios Altísimo es medio para la prosperabilidad de la causa (progreso del hombre interior en el fin buscado) cuando ésta es servir a la Suprema Personalidad de Dios en nosotros mismos, y (2) la inmanencia (realidad física que nos envuelve) y la calidad de nuestras acciones son medio para la comprobación del estado y dirección de la causa y  cubrir nuestras necesidades y liberarnos de las pre-ocupaciones materiales (presupuestos de prosperabilidad de ese conocimiento de Dios).    No estamos en este mundo para hacer buenas obras y “cambiar el mundo” como medio para acercarnos a Dios, sino para acercarnos a Dios de modo que nuestras obras sean buenas. El mundo es “el gimnasio del alma”. Siempre lo ha sido y siempre lo será (Mc 14:7). Estamos aquí con el fin de buscar a Dios y, así, ser consumados en la Unidad, dejando atrás este mundo (Ap 12:12, BG 16:64-66, Sab 4:10-17)

12.3 (I) El Fin y los Medios

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      I. Dios no necesita de nuestras buenas obras (acción) ni de nuestra intervención en lo que llamamos realidad exterior (inmanencia): “el Dios que hizo el mundo y todo lo que hay en él, Señor de Cielo y Tierra, no habita en templos hechos por la mano del hombre; ni es servido por manos humanas, como si tuviese necesidad de algo, Él, que da a todos la vida, el aliento y todas las cosas. Él creó de un solo hombre todo el linaje humano y lo ha hecho habitar por toda la faz de la Tierra, fijando a cada pueblo los tiempos de su existencia y el término de su morada, con el fin de que buscaran a Dios por si, escudriñando a tientas, lo podían encontrar, aunque no está lejos de cada uno de nosotros, ya que en Él vivimos, nos movemos y existimos; cosa que hasta algunos de vuestros poetas han dicho: que somos de Su linaje” (HA 17:24-28).    Pablo de Tarso dirigía este discurso a los atenienses, quienes, viviendo una cultura politeísta de adoración a muchos dioses a los que encomendarse se

12.2 (y III) Conocimiento y Acción

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      III. Y así se manifiesta la correspondencia entre conocimiento y acción para que en todo momento sepamos en qué dirección y estado se encuentra el progreso de la causa de nuestro Ser:    Conocimiento: “cuando se ve la eternidad en cosas efímeras y el infinito en cosas finitas, entonces se posee un conocimiento puro. Pero si simplemente se ve la diversidad de las cosas, con sus divisiones y limitaciones, entonces el conocimiento que se posee es impuro. Y si, egoístamente, se ve una cosa como si fuera el todo, independiente del Uno y de los muchos, entonces uno se halla en la oscuridad de la ignorancia” (BG 18:20-22).    Acción: “Cuando la acción se realiza como acción sagrada, sin egoísmo, con la mente en paz, sin odio o codicia, sin deseo de recompensa, entonces la acción es pura. Sin embargo, cuando la acción se realiza con deseo egoísta, o sintiéndola como un esfuerzo, o pensando que es un sacrificio, entonces la acción es impura. Y la acción que se realiza con mente conf

12.2 (II) Conocimiento y Acción

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      II. “El Tesoro del Corazón es la biblioteca de Dios. No permitáis que entren los pensamientos que no sean de Dios, … Un hombre es, en esencia, un taller Divino … Cada acción, buena o mala, tiene un valor por sí misma y cada una toma forma según su estado … La inteligencia que se dedica a las cosas materiales es insuficiente para entender cosas grandes. Para poder comprender esto hay que tener una inteligencia que vaya más allá de esas cosas y tenga mayor alcance … YOSOY tal como me imagina mi siervo. Esto quiere decir: seré tal como mi siervo piense de Mí … Ahora vamos al problema real. Es obvio que, en estos casos de imaginación o pensamiento, no es el siervo quien creó a Dios, sino que es Dios quien ha creado su propio Ser. Dios es el creador de todo; no hay más creador que Él. Lo que aparece en la creencia del siervo está también entre las cosas creadas y que, de hecho, están creadas por Dios” [1] .    Así pues, “los frutos del Espíritu son caridad, gozo, paz, longanimidad,

12.2 (I) Conocimiento y Acción

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      I. “Frente al mal está el bien, frente a la muerte la vida y frente al piadoso, el pecador. Y así contempla todas las obras el Altísimo, todas de dos en dos, una frente a otra” (Eclo 33:14-15). “Bajo el cielo, todos pueden ver la belleza como belleza, pero sólo porque existe la fealdad. Todos pueden reconocer lo bueno como bueno, pero sólo porque existe la maldad. El ser y la nada se generan el uno al otro. Lo difícil nace de lo fácil. Lo corto define lo largo, lo bajo lo alto. El antes y el después se suceden entre sí” (Tao 2). “Para los buenos son llanos Sus caminos, para los malos son piedras de tropiezo. Desde el principio fueron creados los bienes para los buenos y los males para los malos” (Eclo 39:24-25).    Si todas las cosas son buenas y, todas juntas, muy buenas , ¿qué quiere decir esto, entonces?:    El progreso ascendente o descendente del hombre interior no viene de nuestras buenas o malas obras, sino que éstas son manifestación de ese progreso. Nuestras acci

12.1 (y III) Inmanencia y Trascendencia

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            III. Y es así como la inmanencia, realidad exterior o forma con que el tiempo dado “se viste” para hacerse visible, se pone al servicio de la trascendencia como causalidad de la causa, de modo que, por un lado, su utilidad se manifiesta en que podamos “ver con nuestro propios ojos” cómo Dios corrobora (Ef 3:16) la correcta o incorrecta dirección y estado de nuestra causa (progreso del hombre interior) y, por otro lado, podamos valernos de todo aquello que Dios pone a nuestra disposición ( “lo demás se os dará por añadidura” ) como necesariedad de lo necesario en la sucesión de estados de la causa (progreso del hombre interior). En otras palabras, si lo que progresa en nosotros es el Espíritu de Dios Altísimo o cualquiera de los espíritus del mundo (Ef 2). Y si lo que progresa en nosotros es el Espíritu de Dios Altísimo, Dios continuará propiciando las condiciones favorables a su progreso, pues “todas las cosas cooperan al bien de los que aman a Dios, de los que Él ha llama

12.1 (II) Inmanencia y Trascendencia

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            II. “El hombre es creado para alabar, hacer reverencia y servir a Dios nuestro Señor y, mediante esto, salvar su ánima; y las otras cosas sobre la faz de la Tierra son creadas para el hombre, y para que le ayuden en la prosecución del fin para el que es creado. De donde se sigue que el hombre tanto ha de usar de ellas en cuanto le ayuden para su fin, y tanto debe quitarse de ellas en cuanto para ello le impiden. Por lo cual …/… en todo lo que es concedido a la libertad de nuestro libre albedrío …/… solamente deseando y eligiendo lo que más nos conduce para el fin que somos creados [1] .          Por lo tanto, decíamos, al hombre ha de bastarle saber que existe la Ley y que existe la Gracia para, así, poder elegir sabiamente la presencia del pensamiento consciente  (espíritu o intención) que conduce al fin en la Gracia, sabiendo que todo lo que es fruto de la Ley (que es causalidad de la causa de lo perecedero) está sometido al proceso paulatino de “privación del bien (la

12.1 (I) Inmanencia y Trascendencia

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            I. Los medios son ordenados (causalidad) para propiciar los presupuestos de prosperabilidad del fin (causa) cuando nuestro pensamiento está en el fin (presencia continua y consciente que es progreso del hombre interior), y por eso Dice Dios Altísimo “camina en Mi Presencia y sé perfecto” (Gn 17:1, Mt 5:48), sabiendo que no nos pide algo imposible (Presencia de Dios), sino necesario para que nuestra perfección sea posible para Él (Mc 10:27), “obrando en nosotros el querer y el hacer” (Filip 2:13) y dándonos, por añadidura, todo lo que necesitamos para buscar y hallar el Reino de Dios y Su Justicia en nosotros (Mt 6:33).          Lo que nos enseña el capítulo 1 del Libro del Génesis es que todo está caóticamente desordenado en ausencia del fin, pero que cuando el pensamiento está (presencia) en la causa (fin perseguido en la existencia), los medios son ordenados para propiciar los presupuestos de prosperabilidad de ese fin, que será alcanzado si no sólo mantenemos esa p

12 (Introducción) El Fin y los Medios: “haced esto sin descuidar aquello”

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  Introducción          El mundo es como un gran piano de cola exultante de belleza y capaz de producir los sonidos más hermosos cuando éstos están perfectamente armonizados. En principio es el mismo piano para todos ( noúmeno o cosa en sí misma), pero lo que es distinto para cada uno de nosotros es la forma en que despliega sus propiedades y cómo éstas afectan a nuestros sentidos ( fenómeno o modo en las cosas son percibidas para el entendimiento), de manera que para unos interpretará música celestial y para otros un ruido infernal, ensordecedor e insoportable, es decir, nos dará el color blanco de una vida en la Tierra como en el Cielo o cualquiera de las tonalidades que van desde el gris claro hasta el negro azabache [1] de una vida en la Tierra como en un infierno.          Expresando esta misma imagen desde un punto de vista estrictamente conceptual, “el conocimiento sensible no representa nunca las cosas tal como son, sino sólo el modo como afectan a nuestros sentidos, (pu

11 (y IV) Que debes Estar en el Cielo para Ser en la Tierra como en el Cielo

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            IV. “De entre millares de hombres es posible que uno se esfuerce en alcanzar la perfección; y de entre los miles que se esfuerzan, es posible que uno me conozca de verdad” (BG 7:3). “Entre el nacimiento y la muerte, tres de cada diez personas son seguidoras de la vida y tres de cada diez personas son seguidoras de la muerte. Y los hombres que simplemente transitan entre la vida y la muerte son también tres de cada diez. ¿Por qué esto es así? Porque se aferran a la vida apegándose a este mundo pasajero. Pero dicen que hay un hombre de cada diez que está tan seguro de la vida que ni los tigres ni los toros salvajes le rehúyen” (Tao 50). “Quien ama su vida, la perderá, pero quien aborrece su vida en este mundo, la guardará para la Vida Eterna” (Jn 12:25). Por eso, “muchos son los llamados y pocos los escogidos” (Mt 22:14),  porque pocos eligen el Camino de la Sabiduría de Dios para el Hombre que es causalidad de la causa de una vida Krística de Una Razón que Dios hace Pur

11 (III) Que debes Estar en el Cielo para Ser en la Tierra como en el Cielo

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            III. Ninguna dificultad presenta entender la correspondencia entre esta sucesión de estados del Ser y las tres primeras acepciones de la definición de “estado” dada por la RAE que hemos transcrito al inicio de este capítulo y, por lo tanto, que todo en la vida es cuestión de estado. Si la causa (fin último buscado por el Hombre Krístico a través de la Sabiduría de Dios para el Hombre) es alcanzar la naturaleza de instrumento de la Gracia que es complacencia de Dios tal y como la describe Jesucristo en Lc 6 (y así se describe en cualquier Libro Sagrado), Dios hará de la causalidad aquello que es necesariedad de lo necesario para la conservación y prosperabilidad de esa causa, esto es, el estado de Paz de Dios que no turba el corazón ni tiene miedo (Jn 14:27), liberándolo de toda pre-ocpuación, tal y como lo describe Jesucristo en Mt 6 (y así se describe en cualquier Libro Sagrado - wu wei -), de modo que, siendo el trabajo del hombre “estar en el Cielo para Ser en la Tierra