12.2 (II) Conocimiento y Acción
II. “El Tesoro del Corazón es la
biblioteca de Dios. No permitáis que entren los pensamientos que no sean de
Dios, … Un hombre es, en esencia, un taller Divino … Cada acción, buena o mala,
tiene un valor por sí misma y cada una toma forma según su estado … La
inteligencia que se dedica a las cosas materiales es insuficiente para entender
cosas grandes. Para poder comprender esto hay que tener una inteligencia que
vaya más allá de esas cosas y tenga mayor alcance … YOSOY tal como me imagina
mi siervo. Esto quiere decir: seré tal como mi siervo piense de Mí … Ahora
vamos al problema real. Es obvio que, en estos casos de imaginación o
pensamiento, no es el siervo quien creó a Dios, sino que es Dios quien ha
creado su propio Ser. Dios es el creador de todo; no hay más creador que Él. Lo
que aparece en la creencia del siervo está también entre las cosas creadas y
que, de hecho, están creadas por Dios”[1].
Así pues, “los frutos del Espíritu son
caridad, gozo, paz, longanimidad, benignidad, bondad, fe, mansedumbre,
templanza; y frente a estos no hay Ley” (Gal 5:22-23). Y “los tesoros
del Hombre nacido para el Cielo son la ausencia de temor, la pureza de corazón,
la constancia en el aprendizaje y la contemplación sagradas, la generosidad, la
armonía consigo mismo, la adoración, el estudio de las Escrituras, la rectitud,
la austeridad, la no violencia, la verdad, la ausencia de ira, el
renunciamiento, la serenidad, la aversión a la maledicencia, la compasión hacia
todos los seres, el sosiego frente al afán y la codicia, la dulzura, la
humildad, la firmeza en la Fe, la energía, el perdón, la fortaleza de espíritu,
la pureza, la buena voluntad y la ausencia de orgullo” (BG 16:1-3).