4.1. El Espíritu de Dios o Pureza de la Sabiduría
Señor de misericordia, que con tu palabra hiciste el Universo y con tu Sabiduría formaste al hombre para que dominase en las criaturas salidas de tus manos, para que gobernase el mundo con santidad y justicia. ¿Quién conocería tu designio si Tú no le dieras la Sabiduría y tu Santo Espíritu desde los cielos enviaras? Así se han enderezado las sendas de los que viven en la Tierra; los hombres que han aprendido qué es lo que te agrada y por la Sabiduría se han salvado [1] . Yo, la Sabiduría, con la prudencia habito y poseo la ciencia de la sensatez. Dios me creó como primicias de Sus caminos, antes de Sus obras desde siempre. Fundada fui desde la eternidad, desde el principio, antes de los orígenes de la tierra, cuando aún no existían los océanos fui engendrada. Cuando echó los cimientos de la tierra a su lado estaba yo, como arquitecto, y era día a día Sus delicias, recreándome sin cesar en Su presencia, recreándome en Su orbe terrestre y teniendo mis delicias en los hijos de l