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13.1 (I) En Espíritu y en Verdad

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      I. Decíamos en el capítulo anterior que el mundo, ya sea como ese “piano de cola” o como “el gimnasio del alma”, siempre ha sido y siempre será el lugar en el que podemos percibir a través de los sentidos (cómo éstos son afectados para el entendimiento por la realidad exterior) y de la calidad de nuestras acciones (frutos del progreso del hombre interior) qué espíritu se está fortaleciendo, y, por ende, gobernando nuestro Ser y que, por lo tanto, no estamos en él para hacer buenas obras y “cambiar el mundo” (Mc 14:6-9) como medio para acercarnos a Dios, sino para acercarnos a Dios hasta ser consumados en la Unidad, de modo que todas nuestras acciones ( “lo que sale de dentro” en forma de pensamiento, palabra, obra u omisión) sean buenas, al tiempo que, en ese progreso del hombre interior, somos elevados hacia Dios Altísimo, atravesando las capas inferiores que conforman las realidades exteriores hasta la capa del Cielo (Ef 2 y Sab 4, que hemos citado recurrentemen...