“La causa está causada por aquello de lo que ella es la causa” [1] . I. “El que no nace de nuevo, no puede ver el Reino de Dios” (Jn 3:3), y quien nace de nuevo, nada sabe (Gal 6:3 y 1Cor 8:2-3), sino que comienza a saber de Dios mismo, por Él, con Él y en Él. Kant, al tratar de convencer a quienes verdaderamente ansiaban ocuparse de la metafísica, decía que “es imprescindible interrumpir por el momento su trabajo, considerar todo lo ocurrido hasta ahora como si no hubiese ocurrido , y ante todo plantear primeramente la pregunta: <<si algo así como la metafísica -como ciencia de lo posible y no como un mero y caprichoso “filosofar” (dialéctica) - es, en general, al menos, posible>>” [2] . El hombre sólo sale del seol de la Ley comprendiendo que “para el hombre es imposible, pero no para Dios” (Mc 10:27) y pidiéndole “concédeme la Gracia de Tu visión pura y dame la Vida conforme a Tu Palabra, pues Tu Palabra es Verdad. Hágase Tu Voluntad y no la mía, pues solo