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Mostrando las entradas etiquetadas como vínculos universales

12.2 (II) Conocimiento y Acción

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      II. “El Tesoro del Corazón es la biblioteca de Dios. No permitáis que entren los pensamientos que no sean de Dios, … Un hombre es, en esencia, un taller Divino … Cada acción, buena o mala, tiene un valor por sí misma y cada una toma forma según su estado … La inteligencia que se dedica a las cosas materiales es insuficiente para entender cosas grandes. Para poder comprender esto hay que tener una inteligencia que vaya más allá de esas cosas y tenga mayor alcance … YOSOY tal como me imagina mi siervo. Esto quiere decir: seré tal como mi siervo piense de Mí … Ahora vamos al problema real. Es obvio que, en estos casos de imaginación o pensamiento, no es el siervo quien creó a Dios, sino que es Dios quien ha creado su propio Ser. Dios es el creador de todo; no hay más creador que Él. Lo que aparece en la creencia del siervo está también entre las cosas creadas y que, de hecho, están creadas por Dios” [1] .    Así pues, “los frutos del Espíritu son caridad, ...

10 (I) Que debes Ser en la Tierra como en el Cielo para Ser en el Cielo

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      I. De lo expuesto en esa “paradoja del Siglo XXI”, el hombre cuya determinación es “Yo voy al Padre” debe entender que la única utilidad del tiempo dado para nuestra existencia terrenal es llegar a Ser en la Tierra como en Cielo como única forma de alcanzar la dignidad de Ser en el Cielo, sin escudarse ni culpar jamás ni al siglo ni a las circunstancias externas. Y que para recorrer esa única continuidad infinitesimal de entre todas las posibles combinaciones de vínculos universales que es el Camino Integral que lleva a la región de Dios Altísimo, necesita ser Libre para caminarlo en Presencia (presente) de Dios (Gn 17:1) “hoy, mañana y al día siguiente” (Lc 13:33), siendo permanentemente consciente de que “mi Padre aún trabaja (formándome en la Gracia) y yo también trabajo (no interrumpiendo Su trabajo) ” (Jn 5:17) hasta que Dios haya de “acabar Su obra” en él, siendo primero en la Tierra como en el Cielo y, después, en la Vida Eterna (Mc 10:30, Is 65:16-25...

8 (y IV) El Tiempo dado

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      IV. A medida que aprendemos a amar como Dios nos ama (Jn 15:12), todo, absolutamente todo lo que el hombre ha conocido como “realidad” es transformado, pues, “mientras esto ocurre, Dios le concede una existencia de Su propia existencia y lo pinta con el Color Divino. Todas sus cualidades internas y externas se cambian. Ese día la tierra se convierte en otra tierra, igual que los cielos … y todos ellos se manifiestan por la existencia de Dios, el Único Creador y Destructor de todo” [1] , y es fácil quedarse atrapado por la fascinación de la causalidad tan maravillosa que se presenta ante nuestros ojos hasta el punto de que podamos olvidar la causa para la que esa causalidad es creada por Dios, que es seguir andando “hoy, mañana y al día siguiente” (Lc 13:33) el único Camino de continuidad infinitesimal de vínculos universales que lleva a la Vida Eterna hasta que Dios haya de  “acabar Su obra” en nosotros [2] .    Así que es crucial que entiendas ...

6 (III) La Libertad: Nacimiento a la Causalidad de la Causa de lo Existenciable en lo Eterno

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    III. Y lo que se nos pide es que, renacidos y liberados del karma del pecado que nos impedía salir del laberinto de la Ley por nosotros mismos, nuestra vida transcurra en la Krística de una Razón Pura que ya no sólo escucha “a ratos” la Sabiduría de Dios para el Hombre, sino que sólo hace lo que escucha del Padre, y, por lo tanto, nada hace por su cuenta, sino que dice lo que el Padre le enseña (Lc 6:46-49 y Jn 8:28-29).    Porque este renacimiento del Hombre libre de pecado es una Gracia temporal que es condición de existenciabilidad en el Reino de los Fines, pero que deja de serlo en el momento en que se aparte de Sus Enseñanzas, volviendo a los mundos de la Ley hasta “pagar el último céntimo” (Mt 18:21-34, Jn 5:14) de todo aquello de lo que, gratuitamente (por pura Gracia), había sido liberado por Dios con el único propósito de ser perfeccionado para su existencia en el Reino de los Fines ( “hacer buenas obras, que Dios de antemano preparó para que nos ejer...

5 (y IV) La Ley: Causalidad de la Causa de lo Perecedero

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     IV. Cuando iniciábamos el primer párrafo del capítulo primero diciendo que “el entendimiento no extrae sus leyes (a priori) de la naturaleza, sino que se las prescribe a ella; leyes según las cuales un entendimiento es causa del mundo” no decíamos que sea el hombre quien invente y promulgue esas leyes, sino que, ya sea de pensamiento, palabra obra u omisión, determina o hace comenzar esa causa de la que la Ley es causalidad, “activando” una de esas redes o entrelazamientos de las infinitas combinaciones infinitesimales de continuidad entre los vínculos universales que se manifestarán en forma de realidad, existencia o experiencia posible de la vida en la Ley de todo lo perecedero, como todo lo que es causalidad de la causa en la naturaleza material. Y para el hombre es del todo imposible alcanzar a conocer ni tan sólo una millonésima parte de todos esos infinitos vínculos universales.    La causalidad de la causa en el hombre perecedero es el deseo (y...

5 (III) La Ley: Causalidad de la Causa de lo Perecedero

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     III. Todo es efímero en las realidades de la Ley: el sufrimiento es efímero, la felicidad es efímera y la vida es efímera. Todo en ella es temporal y todo en ella termina pasando. La Ley está “programada” por Dios para el gobierno de todo lo que es eternamente efímero a través de una justicia de naturaleza retributiva, tanto en su fortuna como en su adversidad, proveyendo a cada causa de lo necesario para que cumpla su función material y temporal y que, una vez cumplida, perezca. Todo ello en un proceso paulatino que, en expresión de Agustín de Hipona, consiste en la “privación del bien (la vida útil) hasta lo que de todo punto no es” , dando así a cada cosa la utilidad perfecta para el todo, de modo que “cada una de ellas es buena y todas juntas muy buenas” [1] .    La Ley, como causalidad de lo efímero, cumple así su propósito de existencia, haciendo que toda materia “vuelva al polvo del que fue formada” (Gn 3:19) para volver a ser formada sin memori...