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Mostrando las entradas etiquetadas como justicia

4.1. El Espíritu de Dios o Pureza de la Sabiduría

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     Señor de misericordia, que con tu palabra hiciste el Universo y con tu Sabiduría formaste al hombre para que dominase en las criaturas salidas de tus manos, para que gobernase el mundo con santidad y justicia. ¿Quién conocería tu designio si Tú no le dieras la Sabiduría y tu Santo Espíritu desde los cielos enviaras? Así se han enderezado las sendas de los que viven en la Tierra; los hombres que han aprendido qué es lo que te agrada y por la Sabiduría se han salvado [1] .    Yo, la Sabiduría, con la prudencia habito y poseo la ciencia de la sensatez. Dios me creó como primicias de Sus caminos, antes de Sus obras desde siempre. Fundada fui desde la eternidad, desde el principio, antes de los orígenes de la tierra, cuando aún no existían los océanos fui engendrada. Cuando echó los cimientos de la tierra a su lado estaba yo, como arquitecto, y era día a día Sus delicias, recreándome sin cesar en Su presencia, recreándome en Su orbe terrestre y teniendo mis de...

5 (y IV) La Ley: Causalidad de la Causa de lo Perecedero

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     IV. Cuando iniciábamos el primer párrafo del capítulo primero diciendo que “el entendimiento no extrae sus leyes (a priori) de la naturaleza, sino que se las prescribe a ella; leyes según las cuales un entendimiento es causa del mundo” no decíamos que sea el hombre quien invente y promulgue esas leyes, sino que, ya sea de pensamiento, palabra obra u omisión, determina o hace comenzar esa causa de la que la Ley es causalidad, “activando” una de esas redes o entrelazamientos de las infinitas combinaciones infinitesimales de continuidad entre los vínculos universales que se manifestarán en forma de realidad, existencia o experiencia posible de la vida en la Ley de todo lo perecedero, como todo lo que es causalidad de la causa en la naturaleza material. Y para el hombre es del todo imposible alcanzar a conocer ni tan sólo una millonésima parte de todos esos infinitos vínculos universales.    La causalidad de la causa en el hombre perecedero es el deseo (y...

5 (III) La Ley: Causalidad de la Causa de lo Perecedero

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     III. Todo es efímero en las realidades de la Ley: el sufrimiento es efímero, la felicidad es efímera y la vida es efímera. Todo en ella es temporal y todo en ella termina pasando. La Ley está “programada” por Dios para el gobierno de todo lo que es eternamente efímero a través de una justicia de naturaleza retributiva, tanto en su fortuna como en su adversidad, proveyendo a cada causa de lo necesario para que cumpla su función material y temporal y que, una vez cumplida, perezca. Todo ello en un proceso paulatino que, en expresión de Agustín de Hipona, consiste en la “privación del bien (la vida útil) hasta lo que de todo punto no es” , dando así a cada cosa la utilidad perfecta para el todo, de modo que “cada una de ellas es buena y todas juntas muy buenas” [1] .    La Ley, como causalidad de lo efímero, cumple así su propósito de existencia, haciendo que toda materia “vuelva al polvo del que fue formada” (Gn 3:19) para volver a ser formada sin memori...