12.1 (y III) Inmanencia y Trascendencia

III. Y es así como la inmanencia, realidad exterior o forma con que el tiempo dado “se viste” para hacerse visible, se pone al servicio de la trascendencia como causalidad de la causa, de modo que, por un lado, su utilidad se manifiesta en que podamos “ver con nuestro propios ojos” cómo Dios corrobora (Ef 3:16) la correcta o incorrecta dirección y estado de nuestra causa (progreso del hombre interior) y, por otro lado, podamos valernos de todo aquello que Dios pone a nuestra disposición ( “lo demás se os dará por añadidura” ) como necesariedad de lo necesario en la sucesión de estados de la causa (progreso del hombre interior). En otras palabras, si lo que progresa en nosotros es el Espíritu de Dios Altísimo o cualquiera de los espíritus del mundo (Ef 2). Y si lo que progresa en nosotros es el Espíritu de Dios Altísimo, Dios continuará propiciando las condiciones favorables a su progreso, pues “todas las cosas cooperan al bien de los que aman a...