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Mostrando las entradas etiquetadas como Presencia de Dios

DIGNIDAD = CUALIDAD DE DIGNO

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“Dignidad: Cualidad de digno. Sinónimos: honradez, respetabilidad, nobleza, honestidad, honorabilidad, integridad, probidad, rectitud, decencia, seriedad, decoro” (Diccionario RAE). La Dignidad es aquello que nos hace ser aptos para algo y nada tiene que ver con el orgullo ni la soberbia: la cualidad de ser dignos. Quien permite que la Dignidad le sea arrebatada, no puede esperar ser digno de nada. Y, si quiere recuperarla por su cuenta y sin Presencia de Dios, habrá de seguir su rastro a través de la alcantarilla por la que dejó que se perdiera y ver si, buscándola a tientas, puede volver a encontrarla. Recuperar la Dignidad requiere un trabajo monumentalmente mayor que el pequeño esfuerzo diario que se necesita para preservarla . En la preservación de la Dignidad de una Vida en la Tierra como en el Cielo (1Jn 1:1-4) en la que reinen la Paz, la Armonía, la Austeridad material y de pensamiento, la Pureza, la Bondad, la Rectitud, la Visión, la Sabiduría y la Fe (BG 18:42, Gal 5 :22-23),...

12.1 (I) Inmanencia y Trascendencia

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            I. Los medios son ordenados (causalidad) para propiciar los presupuestos de prosperabilidad del fin (causa) cuando nuestro pensamiento está en el fin (presencia continua y consciente que es progreso del hombre interior), y por eso Dice Dios Altísimo “camina en Mi Presencia y sé perfecto” (Gn 17:1, Mt 5:48), sabiendo que no nos pide algo imposible (Presencia de Dios), sino necesario para que nuestra perfección sea posible para Él (Mc 10:27), “obrando en nosotros el querer y el hacer” (Filip 2:13) y dándonos, por añadidura, todo lo que necesitamos para buscar y hallar el Reino de Dios y Su Justicia en nosotros (Mt 6:33).          Lo que nos enseña el capítulo 1 del Libro del Génesis es que todo está caóticamente desordenado en ausencia del fin, pero que cuando el pensamiento está (presencia) en la causa (fin perseguido en la existencia), los medios son ordenados para propiciar los presupuestos de prosp...

10 (y IV) Que debes Ser en la Tierra como en el Cielo para Ser en el Cielo

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      IV. Pero todo esto pasa desapercibido a los ojos cegados por los cinco colores en quienes se dejan atrapar por la imparable y extenuante carrera en busca de la felicidad que intenta acomodarse a un siglo que, como decíamos en el capítulo anterior, también se presenta en forma de invasión diaria de pornografía, noticiarios que se regodean en lo más oscuro de la condición humana, opulencia, riqueza obscena, celebración de la ordinariez, de la bajeza televisiva y de la orgía de un consumismo sinfín y desorientado por tantas falsas necesidades, falsas pre-ocupaciones y endeudamientos absurdos e innecesarios. Así que, “¿por qué buscáis entre los muertos al que vive?” (Lc 24:5). “Estos hombres de almas muertas, ciertamente de poca inteligencia, acometen su malvada obra, son los enemigos de este hermoso mundo y trabajan para su destrucción. Torturan su alma con deseos insaciables, y llenos de engaño, insolencia y orgullo, se aferran a sus oscuras ideas y llevan adelan...

10 (I) Que debes Ser en la Tierra como en el Cielo para Ser en el Cielo

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      I. De lo expuesto en esa “paradoja del Siglo XXI”, el hombre cuya determinación es “Yo voy al Padre” debe entender que la única utilidad del tiempo dado para nuestra existencia terrenal es llegar a Ser en la Tierra como en Cielo como única forma de alcanzar la dignidad de Ser en el Cielo, sin escudarse ni culpar jamás ni al siglo ni a las circunstancias externas. Y que para recorrer esa única continuidad infinitesimal de entre todas las posibles combinaciones de vínculos universales que es el Camino Integral que lleva a la región de Dios Altísimo, necesita ser Libre para caminarlo en Presencia (presente) de Dios (Gn 17:1) “hoy, mañana y al día siguiente” (Lc 13:33), siendo permanentemente consciente de que “mi Padre aún trabaja (formándome en la Gracia) y yo también trabajo (no interrumpiendo Su trabajo) ” (Jn 5:17) hasta que Dios haya de “acabar Su obra” en él, siendo primero en la Tierra como en el Cielo y, después, en la Vida Eterna (Mc 10:30, Is 65:16-25...

5 (y IV) La Ley: Causalidad de la Causa de lo Perecedero

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     IV. Cuando iniciábamos el primer párrafo del capítulo primero diciendo que “el entendimiento no extrae sus leyes (a priori) de la naturaleza, sino que se las prescribe a ella; leyes según las cuales un entendimiento es causa del mundo” no decíamos que sea el hombre quien invente y promulgue esas leyes, sino que, ya sea de pensamiento, palabra obra u omisión, determina o hace comenzar esa causa de la que la Ley es causalidad, “activando” una de esas redes o entrelazamientos de las infinitas combinaciones infinitesimales de continuidad entre los vínculos universales que se manifestarán en forma de realidad, existencia o experiencia posible de la vida en la Ley de todo lo perecedero, como todo lo que es causalidad de la causa en la naturaleza material. Y para el hombre es del todo imposible alcanzar a conocer ni tan sólo una millonésima parte de todos esos infinitos vínculos universales.    La causalidad de la causa en el hombre perecedero es el deseo (y...