Nota Final al Libro 2: Razón y Espíritu
Tal y como le ocurriera a Blaise Pascal durante
una larga existencia vivida dentro de los límites de una razón humana que
impide la comprensión de lo Divino, no es hasta que el Espíritu de Dios
vivifica la letra de las Escrituras dando “certidumbre, sentimiento, gozo,
paz y lágrimas de alegría” que se llega a comprender que “el corazón
tiene razones que la razón ignora”.
Hasta ahora hemos venido hablando a la razón
humana desde el Espíritu con contenidos y conceptos que la razón entiende, para
poder, en adelante, hablar al Espíritu, pues, como bien decía Pablo de Tarso a
quienes le escuchaban por primera vez: “no pude hablaros como a
espirituales, sino como a carnales, como a niños en Kristo. Os di a beber
leche, no alimento sólido, porque aún no podíais asimilarlo; ni todavía lo
podéis, pues aún sois carnales. Si hay entre vosotros envidias y discordias,
¿no es porque todavía sois carnales y vivís a lo humano?” (1Cor 3:1-3).
Así pues, entiende que todo lo expuesto
hasta ahora ha tenido el único propósito de que puedas comenzar a entender desde
el Espíritu lo que a la razón humana le es imposible, pues la razón humana sólo
es pura (utilidad correcta) cuando no está al gobierno del Ser, sino al
servicio del Espíritu de Dios. Y, entonces, ya no ha de sufrir la incomprensión
de lo que queda más allá de sus límites, sino gozar del gobierno del Espíritu.