7 (III) La Gracia: Causalidad de la Causa de lo Eternamente Eterno
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III. Como decíamos en el capítulo 3, nuestra formación en el propósito divino de existenciación en el Reino de los Fines es el trabajo de Dios en nosotros (6:29); Su milagro, no el nuestro, pues para el hombre esto es imposible (Mc 10:27 y 12:24). Nuestro trabajo, como digo, es conocer a Dios en nuestro interior a través de las Escrituras y de la meditación y oración, de modo que, viviendo conforme a Su Enseñanza, Él hace de nosotros seres capaces de ver Su Poder en la transformación de las propiedades de todo lo que nos rodea (Sab 19:18) a través de la sustitución de nuestra propia naturaleza corrompida, devolviéndola a la Razón Pura (Ef 2:1-2 y 12-13) y favoreciendo que nosotros mismos seamos instrumentos de Su Gracia (BG 11:44 y 14:26), de modo que "todas las cosas cooperan al bien de los que aman a Dios" (Rom 8:28) y, en ellos, “su propia existencia beneficia a todas las cosas” (HH15) y “son bendecidas todas las gentes” (Gal 3:8). Así pues, el trabajo del Hombr