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1 (II) Introducción a "Reino de Dios"

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     II. Porque las cosas que sabemos por Su Espíritu, puede decirse que no las sabe nadie sino el Espíritu de Dios. Porque así como se ha dicho rectamente de aquéllos que habían de hablar con el Espíritu de Dios: “no sois vosotros los que habláis”, así también de los que conocen las cosas por el Espíritu de Dios se dice rectamente: “no sois vosotros los que conocéis”; y, consiguientemente, a los que ven con el Espíritu de Dios se les dice no menos rectamente: “no sois vosotros los que veis”. Así, cuanto ven en el Espíritu de Dios que es bueno, no son ellos, sino es Dios el que ve que es bueno [1] .    Nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que viene de Dios, para que conozcamos lo que Dios gratuitamente nos ha dado. Y esto es de lo que hablamos, no con palabras aprendidas de la sabiduría humana, sino aprendidas del Espíritu, adaptando las cosas espirituales a los espirituales. Pero el hombre animal no capta las cosas del Espíritu d...

1 (1) Introducción a "Reino de Dios"

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     Retomamos nuestras publicaciones con el contenido del libro “Reino de Dios en la Tierra como en el Cielo – ¡Estad Siempre Alegres!”.    I. El conocimiento sensible no representa nunca las cosas tal como son, sino sólo el modo como afectan a nuestros sentidos, (pues) mediante este conocimiento no le son dadas al entendimiento, para la reflexión, las cosas mismas, sino que sólo le son dados fenómenos [1] . El entendimiento no extrae sus leyes (a priori) de la naturaleza, sino que se las prescribe a ésta [2] ; leyes según las cuales un entendimiento es causa del mundo. Cuando esa determinación de su causalidad se refiere a un efecto en el mundo, que encierra un propósito moralmente necesario, pero inejecutable para seres de sentidos, entonces es posible un conocimiento de Dios y de Su existencia [3] .    Dos cosas colman el ánimo con una admiración y una veneración siempre renovadas y crecientes, cuanto más frecuente y continuadamente reflexionamos...

7 (II) La Gracia: Causalidad de la Causa de lo Eternamente Eterno

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    II. Éste es el Sagrado Corazón del Hijo de Dios Altísimo, de la simiente de Su semilla, del Árbol de la Vida cuyo fruto contiene semilla de la misma especie y calidad que la que le dio la vida desde que nació a la libertad que es causalidad de la causa de lo existenciable en lo eterno y que, ahora, al crecer no haciendo nada por su cuenta, sino diciendo y haciendo lo que el Padre le enseña , alcanza la Unidad en el Reino de los Fines (Jn 17) siendo causalidad de la causa de lo Eterno: la Gracia amorosa e indiscriminada que es Bondad Infinita e Inmutable, Siempre Alegre, Universal y Libre. La culminación de la vida Krística de Una Razón Pura de quien llega a ser perfecto andando el Camino Integral por el que el discípulo no es superior a su Maestro, pero el que es perfeccionado, llega a Ser como su Maestro” (Lc 6:40): “camina en Mi Presencia y sé perfecto” (Gn 17:1) y “en ti serán bendecidas todas las gentes” (Gal 3:8).    Y decimos que ésta es la culminación ...