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La Única Enseñanza

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PRIMERO, trata a tu Alma en tu interior como quieras que Dios te trate a ti dentro de Sí Mismo, cuidándola como a un niño en el regazo de su madre, confortándola con lo que la alegra, alimentándola con lo que le es beneficioso y apartándola hasta de la apariencia del mal. ENTONCES podrás tratar a los hombres que Dios pone en tu camino como quieras que Dios te trate a ti incluso cuando tú también te descuidas y te alejas de Él, con independencia de cómo ellos te traten a ti y a Dios dentro y fuera de sí mismos. Porque en Él vivimos, nos movemos y existimos, y tu Alma, que es fracción indivisible de Dios, crece o mengua en ti según sea confortada y alimentada o perturbada y desnutrida, como origen de la Realidad que nos envuelve a cada uno de nosotros dentro de la Única Gran Unidad en la que conviven el Espíritu Santo e Inmutable de lo eternamente eterno y el siempre mutable de lo eternamente perecedero. Y, aunque Dios hace salir el sol y la lluvia derramando Sus Bendiciones sobre todos ...

Séame dado otro alumno como tú

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Veo constantemente al Espíritu Santo aletear sobre la gente, derramando indistintamente sobre ellos Sus Bendiciones , tal y como Dios hace salir el sol y la lluvia sobre todos por igual, y escudriñando sus corazones por si alguno, queriendo recibirlo, quiere limpiar su casa y poner orden en el caos interior, para invitarle a hacer morada en ella con una sencilla pero pura, devota y amorosa ofrenda de bienvenida. Y, aunque constantemente y con tristeza veo cómo, al ser ignoradas Sus Bendiciones, se marcha silenciosamente, también, en ocasiones, lo veo salir de dentro de aquéllos que han querido recibirlo y en quienes Él ha establecido Su morada . En esas ocasiones, el Alma, que es fracción indivisible de Dios Altísimo, se mueve dentro de mí dando saltos de júbilo y, sin excepción, me vienen a la memoria los versos de Bécquer que decían:   "Hoy la tierra y los cielos me sonríen; hoy llega al fondo de mi alma el sol; hoy la he visto …, la he visto y me ha mirado … ¡Hoy creo en Dios!...

13.3 (I) En Espíritu y en Verdad

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            I. Nada de lo que venimos exponiendo desde la primera página de estas publicaciones constituye una creencia, sino una certeza. Que no lo creas no tiene nada que ver con que no sea cierto. Tal y como ocurre con las fuerzas de la naturaleza que el hombre ha ido descubriendo a través de la ciencia (electromagnetismo, gravedad, fuerza nuclear débil y fuerza nuclear fuerte), la creencia o incredulidad acerca de las mismas nada tiene que ver con la certeza de su existencia antes de ser descubiertas por el hombre.          Pero también es una certeza que, el hecho de no creerlo, no descubrirlo o no conocerlo, te impide ser beneficiario de la grandeza de Sus infinitas bendiciones, pues, al igual que ocurre con los beneficios que otorga al hombre el progreso de sus descubrimientos en el campo de la ciencia, de las artes, de la literatura, de la filosofía, de la nutrición, de la medicina,  … el progreso del ...