¿No reconoces a tu Dios?

 


“Sólo en ti se halla Dios; no hay ningún otro, no, no hay otro Dios. Sí, en ti hay un Dios escondido” (Is 45:14-15).

"Dios es el que obra en vosotros tanto el querer como el hacer, según Su beneplácito" (Filip 2:13): ése es tu Dios. Incluso para los que creen ser ateos, ése es su Dios.

Tu Dios es ese Espíritu que está al gobierno de tu razón y actúa como CENTRO DE GRAVEDAD que ejerce una fuerza de atracción irresistible hacia sí mismo: aquello que buscan tus ojos y tus oídos y en lo que tu lengua encuentra satisfacción y regocijo a través del habla es tu Dios, que obra en ti el querer y el hacer.

La razón “razona” para el cumplimiento de los fines de ese espíritu que la gobierna, pues, aunque lo ignore por falta de ejercicio de su conocimiento consciente (inercia), es ese espíritu el que actúa como centro de gravedad que, como tal, ejerce una fuerza de atracción irresistible sobre todo su Ser  (cuya manifestación es pensamiento, palabra, obra y omisión), al tiempo que lo aleja de cualquier otro centro de gravedad. Y, precisamente, porque la fuerza de atracción irresistible que ejerce un centro de gravedad es, a su vez, fuerza que lo aleja de cualquier otro centro de gravedad, “nadie puede servir a dos señores a la vez, porque odiará a uno y amará al otro, o bien se unirá a uno y despreciará al otro” (Mt 6:24)[1].

La dualidad (bondad/maldad, belleza/fealdad, alegría/tristeza, ...) sólo existe como presupuesto para el ejercicio del libre albedrío, esto es, para elegir libremente nuestro propio destino según nuestras prioridades y gustos.

Existe un Plan Divino Universal magistralmente perfecto por el cual el Universo evoluciona según sus condiciones finales: el destino del cosmos es lo que influye en su comportamiento actual, de modo que, al final, sólo es preservada la vida de lo que llega a alcanzar pureza absoluta y aquella dualidad que era necesaria para proporcionar las condiciones para el ejercicio del libre albedrío, deja de existir.

Este reciente descubrimiento de la ciencia acerca de la evolución del Universo conforme a sus condiciones finales[2] no descubre nada nuevo, sino lo que siempre ha existido. Lo único novedoso es el descubrimiento, pero no lo descubierto.

Todos los Espíritus dan fruto o para la vida o para la muerte.

El fruto del Árbol de la Vida Eterna es el único que sirve de alimento para el alma: la Gracia que tiene Presencia de Dios Altísimo y cuyo fruto/alimento es "amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley" (Gal 5:22-23, BG 18:42).

Y los frutos del Árbol de la Ciencia del Bien y del Mal son veneno para el alma: la Ley ausente de Dios Altísimo por la que todo lo que ha de perecer, perece: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas" (Gal 5:19-21).

Aquello que buscan tus ojos y tus oídos y en lo que tu lengua encuentra satisfacción y regocijo a través del habla es tu Dios, que obra en ti el querer y el hacer a través del espíritu libremente elegido por ti, ya sea consciente o inconscientemente, pero siempre elegido por ti y por nadie más. 

"Dios es Espíritu" (Jn 4:24); y tuyo es el libre albedrío que elige Espíritu para la vida.

Cuando el Espíritu de tu elección es el Dios que es Bondad Absoluta, verás que ése es el único Espíritu que está incesantemente creando Belleza en Cielos nuevos y nueva Tierra para la Alegría (Is 65 y 43:19-21, Sal 23) de quienes sólo eso buscan y se ejercitan en apartar de sí toda apariencia del mal (Is 33:15-16, Sab 4:12, 1 Tesal 5:14-22).

Y cuando el Espíritu de tu elección es distinto del Dios que es Bondad Absoluta, verás que ese Espíritu dirige tu mirada y tus intereses de conformidad con la corriente de esos mundos a los que gobierna y que se presentan en forma de invasión diaria de pornografía, noticiarios que se regodean en lo más oscuro de la condición humana, opulencia, riqueza obscena, celebración de la ordinariez, de la bajeza televisiva y de la orgía de un consumismo sinfín y desorientado por tantas falsas necesidades, falsas pre-ocupaciones y endeudamientos absurdos e innecesarios[3].

Porque queremos insistir en esto: un centro gravedad no sólo ejerce una fuerza de atracción irresistible sobre sí mismo sino que aleja de cualquier otro centro de gravedad.

Y quien elige sabiamente, verá con sus propios ojos cómo el Dios de Bondad Absoluta obra en él de este modo el querer y el hacer: “Porque era agradable a Dios, fue amado de Él, y como vivía entre pecadores fue trasladado. Se lo llevó para que la maldad no trastornara su inteligencia ni la perfidia extraviara su alma. Pues la fascinación por el mal anubla el bien, y el vértigo de la pasión pervierte a un alma limpia. Llegado a la perfección en poco tiempo, llenó el espacio de una larga carrera. Y pues su alma era agradable al Señor, por eso se apresuró a sacarle de un ambiente corrompido. La gente lo ve, pero no lo comprende ni se da cuenta de esto: que para los elegidos del Señor hay Gracia y Misericordia, y para Sus santos, protección” (Sab 4:10-15).

Toda disciplina conlleva la renuncia a todo aquello que aleje de los fines. 

Y esta disciplina no es nuestra, sino que nos es dada por Dios Altísimo cuando deseamos como propios Sus Atributos de Bondad Absoluta, pues, para el hombre es imposible, pero no para Dios (Mc 10:27), porque "sólo Dios es Bueno" (Mc 10:18) y sólo Él puede "designar, llamar, justificar y glorificar" (Rom 8:30), dignificando así lo que ha de alcanzar la Vida Eterna (Jn 15:1-2) de modo que "estemos preparados para toda obra buena" (EF 2:1-10).

Nuestra es únicamente la facultad para el ejercicio del libre albedrío para la elección del Espíritu que ha de obrar en nosotros el querer y el hacer.

En "Realidad", ahí se agota nuestro libre albedrío. Lo demás nos es dado por añadidura (Mt 6:33). Y eso será lo que vean nuestros ojos, lo que escuchen nuestros oídos, lo que hable nuestra lengua y lo que haga y escriba nuestra mano (1Jn 1:1-4, Stg 2, Jn 8:1-11).

Manteniendo Presencia Consciente de ese Espíritu de Dios, Él obrará en nosotros un querer y un hacer que nos alejará de todo deseo del conocimiento del mal, pues, en Él sólo y exclusivamente somos instruidos en el Bien Universal, sin paliativos y sin necesidad de conocimiento de aquello (el mal) que, por ignorancia de una razón humana a la que su falta de perspectiva universal le impide el entendimiento de lo Divino, ha de quedar fuera de nuestra instrucción como discípulos de la Gracia[4].

En el Sal 51 descubrimos quién ha sido hasta ahora el Dios de nuestra elección y adquirimos certeza y evidencia de la facultad de elegir libre y sabiamente al Dios que, no teniendo en cuenta de dónde venimos, sino a dónde queremos dirigirnos con sinceridad de corazón (Rom 2:11, Gal 2:6), todo lo perdona a quienes quieren recibirle (Jn1:1-18, Sal 103) para ser formados a Su Imagen y Semejanza Perfecta (Lc 6:40), haciendo "lo que está abajo como lo que está arriba y lo que está fuera como lo que está dentro" (Flp 69a, Sal 23).




Entradas populares de este blog

6. Vida y Existencia en el Reino de Dios

"Reino de Dios en la Tierra como en el Cielo": descarga gratuita del libro en pdf

4.6 Dios construye la Creación para el Hijo de Dios a través del tiempo y de la combinación de las fuerzas de la Naturaleza