10 (I) Que debes Ser en la Tierra como en el Cielo para Ser en el Cielo
I. De lo expuesto en esa “paradoja
del Siglo XXI”, el hombre cuya determinación es “Yo voy al Padre” debe entender
que la única utilidad del tiempo dado para nuestra existencia terrenal es
llegar a Ser en la Tierra como en Cielo como única forma de alcanzar la
dignidad de Ser en el Cielo, sin escudarse ni culpar jamás ni al siglo ni a las
circunstancias externas. Y que para recorrer esa única continuidad
infinitesimal de entre todas las posibles combinaciones de vínculos
universales que es el Camino Integral que lleva a la región de Dios
Altísimo, necesita ser Libre para caminarlo en Presencia (presente) de Dios (Gn
17:1) “hoy, mañana y al día siguiente” (Lc 13:33), siendo
permanentemente consciente de que “mi Padre aún trabaja (formándome en
la Gracia) y yo también trabajo (no interrumpiendo Su trabajo)”
(Jn 5:17) hasta que Dios haya de “acabar Su obra” en él, siendo primero
en la Tierra como en el Cielo y, después, en la Vida Eterna (Mc 10:30, Is
65:16-25, BG 18:65-73, Cor 19:60-65, Ef 2:4-7, Ezq 18:30-32, Tao 27).
No existe ninguna otra vía que no sea la
santidad, por mucho que las infinitas variantes del “deísmo moralista
terapéutico” se esfuerce en hacerte creer que “basta con que acudamos a Dios
cuando tenemos un problema y el resto del tiempo no es necesario contar con Él”[1].
No es así. No lo creas ni por un segundo. “Que nadie os seduzca por medio de
una filosofía engañosa y vana, fundada en tradiciones humanas, en los elementos
del mundo, y no en Kristo” (Col 2:8). Tan sólo la Sabiduría de Dios para el
Hombre que es conducido a Una Razón Pura a través de un vida Krística es Camino
que el tiempo dado recorre hasta alcanzar la dignidad del tiempo eterno: sólo
en la Libertad empleada en la formación consciente de la Gracia “seréis
Hijos del Altísimo” (Lc 6:35).
Dios es infinitamente misericordioso. Es
cierto que todo lo perdona (Sab 11:23-26), que no hace acepción de personas
-“lo que fueran antes, no me interesa”(Gal 2:6)- y que no le importa de
dónde venimos en nuestras vidas mundanas, sino adónde vamos en nuestra vida
espiritual. Pero no es menos cierto que es en la existencia terrenal, antes de
la muerte, cuando esto tiene que ocurrir: “echad lejos de vosotros todos los
pecados que habéis cometido contra Mí, haceos un corazón nuevo y un Espíritu
nuevo” y “mirad diligentemente cómo os portáis, no como necios, sino
como sabios, sacando partido del tiempo, pues nuestros días son malos. Por eso,
no seáis insensatos, sino entended más bien cuál es la voluntad del Señor”.
Recuerda “que para el Señor un día es
como mil años, y mil años como un día” (2Pedro 3:8) y que “el vasto día
de Brahma, Dios de la Creación, dura siempre mil eras” (BG 8:17). Elige
sabiamente y no culpes al siglo ni a las circunstancias de que tú encuentres
siempre “razones” para pre-ocupar el tiempo dado en algo distinto del
conocimiento de Dios y no para “que sólo haya una ocupación: el prestarle
servicio a la Suprema Personalidad de Dios”[2] en
nosotros hasta que “el alma viviente se hace Espíritu Vivificante” (1Cor
15:45). Son muchas eras en el día, muchos días en el año y muchos años en la
vida terrenal como para tener la desfachatez de reprocharle a Dios que nada
manchado entre en la región del Altísimo y Él responda a quienes quieran
cruzar esa puerta sin haber querido conocerlo que “no sé de dónde sois”
(Lc 13:22-30), pues sólo quien conoce a Dios en el tiempo dado, es conocido por
Dios (1Cor 8:3) y formado por Él en la Gracia a medida que lo va conociendo: “el
discípulo no es superior a su Maestro, pero el que es perfeccionado, llega a
Ser como su Maestro” (Lc 6:40); “camina en Mi Presencia y sé
perfecto” (Gn 17:1). “Amad a vuestros enemigos, haced bien y dad sin
esperar nada a cambio; así vuestra recompensa será grande y seréis Hijos del
Altísimo. Porque Él es bueno para malos e ingratos” (Lc 6:35). “Así que
no os pre-ocupéis diciendo: “¿qué comeremos?”, “¿qué beberemos?” o “¿con qué
nos vestiremos?”, que por todas esas cosas se pre-ocupan los incrédulos, porque
vuestro Padre celestial sabe que las necesitáis todas. Buscad primero el Reino
de Dios y su Justicia, y esto otro se os dará por añadidura” (Mt 6:31-33).
Recuerda que la Libertad es la única causalidad de la causa de lo existenciable en lo eterno si ésta es empleada para la existenciación en la Gracia a través del crecimiento en el conocimiento de Dios. “Kristo nos ha hecho libres para que seamos libres en Kristo. Permaneced, pues, firmes y no os dejéis someter de nuevo al yugo de la esclavitud” (Gal 5:1).
[1]
Recomiendo encarecidamente la lectura de “La Opción Benedictina” (Rod
Dreher, Ed. “Encuentro”, Trad.: Consuelo del Val) para quienes buscan orientación
en el Camino Integral y aún viven inmersos en la vida en la comunidad
absolutamente seglar.
[2]
A.C. Bhaktivedanta Swami Prahbupada en “Bhagavad Gita tal como es”
(final de la Introducción).