EL ESPEJO DEL ALMA ES LA FE
A UN
HOMBRE LO HACE SU FE.
LO QUE
ES SU FE, LO ES TAMBIÉN ÉL.
(BG
17:3)
“No porque digan que la
quietud es buena se mantiene el sabio en la quietud, sino porque las cosas
exteriores no pueden turbar su mente. Cuando el agua está tranquila refleja
claramente la barba y las cejas, y su superficie es tan igual, que puede
servir de nivel al maestro carpintero. Si la tranquilidad del agua procura
claridad, ¡cuánto más la del Espíritu! La mente del sabio en su
quietud es espejo del Cielo y de la Tierra, donde los seres todos se reflejan”
(Zz 13:1).
El Alma en el hombre es
fracción indivisible de Dios. Y Su Presencia en nosotros crece o mengua según
sea la calidad y cualidad de nuestra Fe (Mc 4:26-32).
“Es cosa admirable que quien
llenara mil mundos se encierre en una cosa tan pequeña como el Alma”[1]. Por eso, “para buscar a
Dios es mejor buscarle en nuestro interior, porque se le halla mejor y más a
nuestro provecho que en las criaturas …/… Es excelente meditación pensar en
Dios dentro de sí, porque se funda sobre Verdad que es estar Dios dentro de
nosotros mismos”, que diría Teresa de Jesús en sus “Moradas” o “Castillo
Interior”, “porque es Dios el que percibe y entiende cuando lo buscamos dentro
y no fuera”, que diría Agustín de Hipona en sus “Confesiones”, en identidad de
Espíritu con Isaías, los Upanishads, el Tao Te Ching o el Bhagavad Guita.
Y esa fracción
indivisible, Presencia de Dios, que es el Alma en el hombre, sólo “se apacienta
de aquello que se alegra”[2],
y no de lo que la desasosiega, de modo que, justamente en nuestra
capacidad de mantener esa Alegría conocemos el infinito Amor de Dios y el
propósito para el que hemos sido creados: para que, siendo Su Alegría y
Su Alborozo (Is 55 y 65), se alegren con Él tanto el segador como el
sembrador (Jn 4:31-39). No hay otro propósito para nosotros en la Bondad
Absoluta de Dios Altísimo, porque, “¿Sabes qué es amarme con verdad?
Entender que todo es mentira lo que no es agradable a mí”[3].
La Fe de Kristo es guardar
el Alma en calma y paz, como a un niño en el regazo de su madre (Sal
131), pues, en esa Quietud de la que proviene la Alegría que la Palabra que le
sirve de alimento, “mi Padre aún trabaja y yo también trabajo” (Jn 5:17), no
obstruyendo Su trabajo (Jn 6:27-33, 8:1-11), de modo que “nada hago por mi
cuenta, sino que digo lo que me ha enseñado el Padre. El que me ha enviado está
conmigo y no me ha dejado solo, porque yo siempre hago lo que le agrada a
Él” (Jn 8:28-29). Y no hay quien realice una acción superior ni
hombre alguno sobre la Tierra que sea más grato a Dios Altísimo que aquél que
enseña lo que Él le ha enseñado (BG 18:68-69): Su Bondad Absoluta.
Sólo depositando
nuestra Fe en Kristo podemos alcanzar esa misma Fe de Kristo y
podemos dar Sus frutos (Jn 17:20). Y sólo de la entrega de los frutos de
ese Espíritu vienen la Alegría y la Paz de Dios que no turba el corazón ni tiene
miedo (Gal 5:22-23, Jn 14:27, Lc 10:20, 1Jn 1:1-4, BG 18:42, 12:12).
Para esto se nos ha
dado la Fe de Kristo: para que, pudiendo tener en nosotros “el modelo que nos
motiva y empuja en la búsqueda de Dios”[4] conozcamos
perfectamente la Bondad de Dios Altísimo con toda Sabiduría e Inteligencia
Espiritual, dando fruto de buenas obras, de modo que, en ese mismo fruto,
que brota y crece de la Fe en Kristo, a medida que va creciendo hasta alcanzar
la Fe de Kristo, tal y como ocurre cuando se limpia el polvo de la
superficie de un espejo para que pueda reflejar la luz y la imagen, cada
día somos purificados (Jn 15:2, Sal 51) en la redención que no lleva la
cuenta de nuestras faltas para que, brillando como astros en el Universo,
y manteniendo firmemente la Palabra de Vida, podamos seguir dando fruto
para la Vida Eterna que es Alegría Celestial (Col 1:4-14, Filip 2:15-16, Zz
13:2).
En una Vida Krística,
sólo la Fe de Kristo es el Fundamento de lo que se espera de Dios Altísimo y la
Prueba de cómo lo visible proviene de lo invisible (Hb
1:1-3). En esa Fe de Kristo nos es dada la imagen visible de Dios invisible: el
Reino de Su Hijo Amado en el que, libres de pecado, Dicha y Gracia nos
envuelven cada día de nuestras Vidas (Col 1:14-15, Sal 23).
Por eso, de la Fe de Kristo
testifican todas las Escrituras si, al escudriñar en ellas, hacéis esto: buscad
a Dios abrazando sobre Él solamente pensamientos de Bondad Absoluta (Sab
1:1), porque, como el sol y la lluvia derraman sus bendiciones sobre todos por
igual, ya sean buenos o malos, justos o injustos (Mt 5:45), Él es Bueno también
para malos e ingratos (Lc 6:35). Por lo tanto, cuando escudriñéis las
Escrituras buscando a Dios Altísimo, “examinadlo todo y quedaos sólo con lo
bueno; huid hasta de la apariencia del mal” (1Tesal 5:22), “que ni
siquiera se nombre entre vosotros” (Ef 5:3), porque “la fascinación por
el mal anubla el bien, y el vértigo de la pasión pervierte a un alma limpia”
(Sab 4:12).
Porque el espejo de
feria sólo puede reflejar una imagen deforme y el espejo cubierto de polvo no
tiene capacidad para recibir esas bendiciones, por mucho que se derramen sobre
todos por igual y, por tanto, no puede reflejar la Luz a Imagen y Semejanza de
Dios, sino que, en ausencia del Único Dios de Bondad Absoluta sólo
queda una ley fría y retributiva, sin Presencia de Dios, que, con origen en la
imaginación del ojo enfermo, genera espejismos que son reflejo de la impureza y
oscuridad del pensamiento, palabra, obra y omisión (Mt 6:22-33), cuya
naturaleza es siempre autodestructiva (1Cor 15:55-58, Jn 8:24)[5].
“Para que todos aprendiesen
que es necesario adelantarse al sol para darte gracias y orar a Ti desde que
nace el día” (Sab 16:28), de modo que, en nuestras vidas, se haga Tu Voluntad
en la Tierra como en el Cielo, se nos ha dado la Fe de Kristo.
Éste
es el verdadero Milagro de la Fe:
A UN
HOMBRE LO HACE SU FE.
LO QUE
ES SU FE, LO ES TAMBIÉN ÉL
(BG
17:3)
Por eso, entiende bien el
profundo y vital significado de esta máxima de la Sabiduría de Dios para el
hombre: “¿de qué le vale al hombre ganar todo el mundo si pierde su alma?
¿qué se puede dar a cambio del alma?” (Mt 16:26). Entiende bien, “en Espíritu y
en Verdad” (Jn 4:24), que el Alma es en el hombre fracción indivisible del Alma
Única que es el Espíritu de Dios Altísimo, y que ese Alma es inmortal e
indivisible y, como tal, jamás desaparece, pero que “a quien tiene, se le dará, y a quien no
tiene, hasta lo poco que cree tener se le quitará” (Mc 4:25, Mt 13:12)
y se le dará a quien ya tiene mucho (Lc 19:24-26), porque, es “a aquéllos que
me adoran con unidad pura de alma, a aquéllos que se hallan en constante
armonía, a quienes aumento lo que tienen y les doy lo que no tienen” (BG 9:22).
Esfuérzate, por tanto, en entender, pues, querer entender ya es perfecta
inteligencia (Sab 6:15), que:
(1) la causa de que el sonido
que sale de ese piano que es tu Ser en tu interior, en el mundo y en Dios sea
música perfectamente armonizada o ruido desordenado está en ti.
(2) su causalidad está
determinada por la cualidad y calidad del Dios en el que crees (según
seas politeísta, monoteísta, teísta, deísta, agnóstico o ateo y creas en un
Dios infinitamente bondadoso o vengativo y destructor, existente o inexistente,
lejano o cercano, luminoso o tenebroso, alegre o iracundo, accesible o
inaccesible, nombrable o innombrable, severo o paternal, …).
(3) y el progreso de la causa
(sucesión de estados de ésta) es la evolución de su tiempo dado en función de
la cualidad y calidad de tu conocimiento de ese Dios en tu interior y tu
capacidad de ver cómo Su poder actúa dentro y fuera de ti, esto es, la
calidad y cualidad de tu Fe[6], pues, el espejo del
alma (de cuánto ha crecido o menguado esa fracción indivisible de Dios en el
interior del hombre) es la Fe.
[1] Teresa
de Jesús: “Camino de Perfección” 28:11 y Svetasvatara Upanishad.
[2] San Agustín:
“Confesiones”: Libro XIII, cap. 27.
[3] Teresa
de Jesús. “El Libro de la Vida” 40:1.
[4] Ibn
Arabí, “Tratado de la Unidad”, capítulo 9.
[5] Ver
capítulos “Realidad
y Espejismos” y “NO
BUSQUÉIS EN LAS PROFUNDIDADES. BUSCADLO TODO EN LAS ALTURAS, DE DONDE VIENE LA
LUZ”
[6]
Ver sección “Acerca
de” y capítulo “12
(Introducción) El Fin y los Medios: “haced esto sin descuidar aquello”