Reino DE Dios = Hágase TU Voluntad


Porque al hombre, por sí mismo, "no le es posible no ser malo cuando una adversidad irresistible lo abate" al ser la Bondad Absoluta un Atributo exclusivamente Divino (Platón: "El Protágoras"), es precisamente que, en la Ley, recogemos lo que sembramos.

Pero en Kristo (Mt 5 a 7), en la Gracia de Dios, no recogemos lo que sembramos, sino que, al contrario, recogemos el fruto de lo que Dios siembra en nosotros a través del trabajo de otros. No porque nosotros mismos seamos buenos recogemos ese fruto, sino únicamente porque queremos llegar a serlo, que es lo único que tiene relevancia para Dios (Lc 11:13).

Y, del mismo modo, serán otros los que recojan el fruto de lo que Dios siembra a través de nuestro trabajo a lo largo de esta vida. Así es la continuidad de la Bondad Absoluta Universal en la Preservación Eterna de la Vida.

El ejercicio del libre albedrío jamás va más allá de la elección consciente o inconsciente de Espíritu de la Ley o de la Gracia para la vida. Y quien ha conocido la vida en la Gracia, ha comprendido que lo único que puede pedir a Dios es “concédeme la Gracia de Tu visión pura y dame la Vida conforme a Tu Palabra, pues Tu Palabra es Verdad. Hágase Tu Voluntad y no la mía, pues solo Tú sabes lo que es universalmente bueno y puedes dar a mi existencia el propósito perfecto según Tus designios”.

Y esto no es renuncia al libre albedrío, pues ese libre albedrío en el hombre es inalienable (Jn 8), sino la más excelsa manifestación de su ejercicio: renunciar a la propia voluntad en favor de la Voluntad de Dios, de modo que nuestra elección de la Sabiduría que ha de ser artífice de la Creación en nuestra existencia universal no sea la nuestra, sino la Suya, cuya perfección es Bondad Absoluta (Infinita e Inmutable), Siempre Alegre, Universal y Libre, y sólo en ella pueden ser hechas todas las cosas de modo que, a medida que Kristo es formado en nosotros, mientras recogemos para nosotros y sembramos para otros el fruto que es Dicha y Gracia de la permanente Alegría Celestial, reinen el “amor, gozo, paz, longanimidad, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza. Y frente a esto no hay Ley” (Mt 13:25, 15:13, Gal 4:19, 5:22-23, BG 18:42, 18:61-69, Flp 86, Tao, Zz 13:1-2, 1Tesal 5:14-22, Jn 9:3, 1Jn 1:1-4, Sal 51/Sal 23).

En todas tus acciones ten presente tu Fin y así nunca pecarás” (Eclo 7:36). Por eso, “hágase Tu Voluntad, y no la míaes la única garantía de éxito y de disipación del error en la vida de aquellos para quienes Kristo, la Palabra de Gracia y de la Fe en el Único Dios de Bondad Absoluta Universal que hace salir el sol sobre buenos y malos y llover sobre justos e injustos (Mt 5, 6 y 7), es nuestro Dios (Jn 20:28), del que testifican todas las Escrituras (Jn 5:39).

Por eso dice Jesucristo “el que me ha visto a Mí, ha visto al Padre” (Jn 14:9), pues “Él es la imagen de Dios invisible” (Col 1:15): la Forma visible (Hijo) del Nombre y lo Nombrado (Padre y Sus Atributos Divinos) por el Espíritu invisible (Espíritu Santo), Dios Uno y Trino.

Y por eso, en esta continuidad eterna de la Gracia, nadie “en su sano juicio” podría buscar su propia Gloria, sino la de Aquél de quien la recibe, de modo que todos conozcan que “todo lo que me diste viene de Ti” (Jn 17:7). De cualquier otro modo no puede vivirse el Reino DE Dios, sino el sometimiento a los dictados del mundo.

(Jn 5:31-32, 7:16-18, 13:20, 15:1-8, Eclo 51:16-17, Ef 2:8-10)

 

ÉSTE ES EL MILAGRO

(Mc 10:18, Jn 4:31-42, Mt 5:13-16, 7:9-11, Jn 1:1-18, 17:15-26, 1Jn 1:1-4)

 




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