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Mostrando entradas de agosto, 2025

Reino DE Dios = Hágase TU Voluntad

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Porque al hombre, por sí mismo, "no le es posible no ser malo cuando una adversidad irresistible lo abate" al ser la Bondad Absoluta un Atributo exclusivamente Divino (Platón: "El Protágoras"), es precisamente que, en la Ley, recogemos lo que sembramos . Pero en Kristo (Mt 5 a 7), en la Gracia de Dios , no recogemos lo que sembramos, sino que, al contrario, recogemos el fruto de lo que Dios siembra en nosotros a través del trabajo de otros . No porque nosotros mismos seamos buenos recogemos ese fruto, sino únicamente porque queremos llegar a serlo, que es lo único que tiene relevancia para Dios (Lc 11:13). Y, del mismo modo, serán otros los que recojan el fruto de lo que Dios siembra a través de nuestro trabajo a lo largo de esta vida. Así es la continuidad de la Bondad Absoluta Universal en la Preservación Eterna de la Vida . El ejercicio del libre albedrío jamás va más allá de la elección consciente o inconsciente de Espíritu de la Ley o de la Gracia para la vid...

Árboles y Abejas

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“ Hay dos tipos de Espíritus en este Universo: el perecedero y el imperecedero . El perecedero conforma todas las cosas de la Creación. El imperecedero es lo que no se mueve” (BG 15:16). “Frente al mal está el bien, frente a la muerte la vida y frente al piadoso, el pecador. Y así contempla todas las obras el Altísimo, todas de dos en dos, una frente a otra ” (Eclo 33:14-15): “bajo el Cielo, todos pueden ver la belleza como belleza, pero sólo porque existe la fealdad. Todos pueden reconocer lo bueno como bueno, pero sólo porque existe la maldad. El ser y la nada se generan el uno al otro. Lo difícil nace de lo fácil. Lo corto define lo largo, lo bajo lo alto. El antes y el después se suceden entre sí” (Tao 2). “Dios hizo brotar del suelo toda clase de árboles bonitos de ver, y sabrosos para comer, así como el Árbol de la Vida en medio del jardín y el árbol de la ciencia del bien y del mal … y dio al hombre este mandato: ‘de todos los árboles del jardín puedes comer, pero del árbol de ...

No resistáis al malo

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Jamás conseguirás apaciguar al malvado, sino sólo al que busca la Paz . Aunque a todos resulta evidente que el fuego no puede combatirse con el fuego, sino sólo con agua , cuando se trata de la vida, muchos buscan subterfugios para distorsionar la Verdad en la que reside la única Naturaleza Divina que trasciende la condición animal , izando velas cuando viene la tempestad. Entender requiere la firme determinación de la voluntad de querer servir (ser útil) a la Bondad Absoluta Universal, y sólo a ella, en la preservación eterna de la Vida . Sin esa firme determinación, ningún Misterio Divino es revelado a quien aún permanece sometido a la necesidad de contención del riesgo moral y, por lo tanto, ningún entendimiento del Bien Universal ni de la Divina Providencia puede tener (Mc 4). El fuego que combate al fuego, arde igual que el fuego que se pretende combatir : "vuelve tu espada a su lugar, que todos los que empuñan espada, a espada perecerán" (Mt 26:52). " No resistáis ...

Yo os he sacado del mundo (Jn 15:19)

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El libre albedrío sólo existe si es ejercido conscientemente, y, como facultad que es, su falta de ejercicio determina su inexistencia . Escuchar, ver, hacer y decir lo que quieres y no escuchar, ver, hacer ni decir lo que no quieres es ejercicio que confiere existencia al libre albedrío . Escuchar, ver, hacer y decir lo que no quieres es falta de ejercicio del libre albedrío y, por lo tanto, inexistencia del mismo. El libre albedrío por el que vivimos siendo caudal del río de nuestra existencia sólo nos puede ser dado por Dios a través de Su Sabiduría para el hombre a medida que va desapareciendo en él la necesidad de contención del riesgo moral para el Bien Universal. Quien vive conforme a los dictados del mundo, aunque no lo sepa, renuncia a su libre albedrío y es canto rodado en el río de su existencia. El ejercicio del libre albedrío consiste en la elección de espíritu para el gobierno de la razón. Ahí se agota su ejercicio, pues ese espíritu será quien obre en nosotros el querer ...