ADVERSIDAD RETRIBUTIVA O FORMATIVA



Está en la naturaleza del hombre ordinario desear la Gracia para sí mismo y la ley/karma/talión para los demás; y esto, por IMPOSIBLE, tan sólo trae des-Gracia, aunque la ignorancia y la necedad ni siquiera alcancen a entender el distinto origen y utilidad de la adversidad retributiva y de la adversidad formativa, que en nada se parecen la una a la otra.

Este es el motivo por el que estamos en este mundo. Y el propósito es otro bien distinto del motivo: la redención.


Sólo existe una Verdad que hace Libre de este mundo: otorga Gracia sobre buenos, malos, gratos e ingratos sin distinción y tú mismo tendrás una Gracia tan desmedida y desproporcionada como la que una sola célula recibe de todas las células del cuerpo a cambio de su ínfima contribución al todo. Otorga ley y tú mismo estarás sometido a la ley con la que tú juzgas, mides y condenas a los demás, pues, si sólo eres bueno en tus deseos de pensamiento, palabra, obra u omisión con quienes lo son contigo, ¿qué Gracia esperas? Uno es el camino de la Vida Eterna y otro es la existencia en las prisiones de los bucles espacio-temporales de los muertos vivientes.

(Lc 6:27-49, Mt 18:21-35, Jn 8:31-32)


Entender esto es muy sencillo y ninguna erudición ni especial inteligencia son necesarias para comprenderlo (Mt 7:12, 11:25-30), sin embargo:


1)  QUERER ENTENDERLO ES DIFÍCIL, pero sólo porque requiere una firme determinación de la VOLUNTAD DE QUERER ENTENDERLO PARA EL PROGRESO DEL HOMBRE INTERIOR.

2) LA PERSEVERANCIA que se necesita para vivir de conformidad con ello es tan difícil que se hace IMPOSIBLE PARA EL HOMBRE ORDINARIO. Pero no para Dios, que PARA DIOS TODO ES POSIBLE en el hombre.


Y ése es el Poder de todas las Escrituras, pues ellas testifican de esta Única Verdad que es Kristo en el interior del hombre que lo ha buscado con todo su corazón, toda su alma, toda su mente y todas sus fuerzas.

(Mc 10:27, 12:24, 1Jn 5:10, 20, Jn 5:39, Dt 4:29, 2Cor 13:15, BG 5:27-28, 6:26)


En la adversidad formativa encontramos la bienaventuranza de la redención (Mt 5:3-12) de quien, al ritmo que necesita la semilla hasta llegar a ser árbol que da fruto para la Vida Eterna (Mc 4:26-32), es formado en la Naturaleza Divina de su Maestro (Lc 6:40). Y en el curso de la vida en este mundo, la adversidad, cuando es formativa,  va disminuyendo a medida que su necesidad va desapareciendo, de manera que “porque era agradable a Dios, fue amado de Él, y como vivía entre pecadores fue trasladado. Se lo llevó para que la maldad no trastornara su inteligencia ni la perfidia extraviara su alma. Pues la fascinación por el mal anubla el bien, y el vértigo de la pasión pervierte a un alma limpia. Llegado a la perfección en poco tiempo, llenó el espacio de una larga carrera. Y pues su alma era agradable al Señor, por eso se apresuró a sacarle de un ambiente corrompido. La gente lo ve, pero no lo comprende ni se da cuenta de esto: que para los elegidos del Señor hay Gracia y Misericordia, y para Sus santos, protección” (Sab 4:10-15).

Así es el Verbo (Acción y efecto de la Palabra) de la Vida en la Gracia de la Adversidad Formativa: "Os digo estas cosas para que tengáis Paz en Mí. “En el mundo hallaréis adversidad, pero confiad, Yo he vencido al mundo" (Jn 16:33, 1Jn 1:1-4).

 

En la adversidad retributiva, por el contrario, encontramos un bucle espacio-temporal en el que “con la medida que midáis, seréis medidos vosotros” (Lc 6:38) y del que no se puede salir “hasta pagar el último céntimo” del sufrimiento causado por nosotros a los demás (Mt 18:21-35). Y esto hace que la salida del seol en este mudo se haga imposible para el hombre ordinario, pues, al someternos nosotros mismos a ley ausente de Dios que, al cumplirse a sí misma inexorablemente, nos retribuye con el mismo dolor y sufrimiento que causamos a los demás, ello nos lleva a causar más dolor con los actos con que afrontamos cada nueva adversidad, de manera que el peso de la carga de esa adversidad se va haciendo cada vez más pesada, incomprensible y oscura, pues el hombre, por sí mismo, no tiene capacidad para escapar de su propia ley y “sólo las acciones realizadas en Dios no atan el Alma del hombre” (Isa Upanishad y Rom 6, 7 y 8).

La dualidad (mal-bien, belleza-fealdad, Gracia-Ley, alegría-tristeza, avaricia-generosidad, …) sólo existe mientras es necesaria para hacer posible el ejercicio de la facultad de nuestro libre albedrío (Eclo 33:14-15, Is 7:14-16, Tao 2). Y desaparece cuando deja de ser necesaria la contención del riesgo moral de quien elige sabiamente lo que es agradable a Dios en Su infalible dirección de la evolución del Todo.

En "Realidad", la única dificultad que presenta la vida reside exclusivamente en no querer entender la utilidad pura de la adversidad -que no es otra que la redención y salida de este mundo a través de la formación en la Pureza de la Naturaleza Divina del Hijo de Dios (Sal 16, Sal 23, Eclo 51)- o lo que es aún peor, en caso de haberla entendido, no querer amar esta Verdad ni vivir conforme a ella (Jn 19:11, Lc 12:47-48), porque sobre ella descansa el Orden Perfecto de toda la Creación: lo Eterno y lo Perecedero.




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