(I) Como los de los Árboles son los Días de la Digna Colonia de Hijos de Dios en la Tierra

 


"Fijaos en las aves del cielo: no siembran ni cosechan, ni almacenan en graneros; sin embargo, el Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas?" (Mt 6:26).

"Observad cómo crecen los lirios del campo. No trabajan ni hilan; sin embargo, os digo que ni siquiera Salomón, con todo su esplendor, se vestía como uno de ellos" (Mt 6:28-29).

Fijaos ahora en los árboles de ese bosque de álamos temblones llamado Pando, que crece en las montañas Wasatch, en Utah, que constituye el organismo viviente mayor de este planeta y que, a causa de la Unidad de su raigambre, cada uno de ellos ES asombrosamente igual a los otros por ser genéticamente idénticos.

En ellos, la simiente (Jn 15:1-7) que nace y vive como fracción indivisible de esa Gran Unidad que es el Árbol de la Vida (Sal 91:1)  “el alma viviente se hace Espíritu Vivificante” (1Cor 15:45), porque:

-        - El Verbo de Dios (Espíritu de la Verdad) es la semilla de la Vida que contiene todos Sus atributos.

-       - La tierra fértil (Mc 4:20) es la Paz de Dios que no turba el corazón ni tiene miedo (Jn 14:27, BG 16:1) en el hombre que busca y recibe a Dios con sincera sencillez de corazón y abrigando sobre Él únicamente pensamientos de Bondad Absoluta Universal (Sab 1:1, BG 11:49, Lc 6:35-36).

-          - La Sabiduría de Dios para el Hombre Nuevo, “quien ni de la sangre ni de la carne ni por deseos naturales ni por voluntad humana es nacido, sino que nace de Dios” (Jn 1:13), es el agua que riega esa semilla para que brote el tallo.

-        - El Conocimiento de Dios es la luz del sol que lo hace crecer y ramificarse eternamente (Jn 17:3).

-       - Las hojas son la purificación del aire que han de respirar todos los que conforman el ecosistema que vive a su cobijo (la Pureza de Corazón o Espíritu Santo o de Santidad).

-       - Las flores son la Belleza del Ser que vive en la Gracia de Dios (lo contrario-adverso-opuesto a la ley-karma-talión).

-         - El fruto es el Amor Universal que contiene la misma semilla (el Verbo de Dios), imagen y semejanza, idéntica a la que es origen de ese Árbol de le ha dado la Vida y que ahora da fruto (Jn 8:28-29).

-       - Y la raíz es la calidad y cualidad de la Fe, pues “la Fe de un hombre se muestra de acuerdo con su naturaleza. Al hombre lo hace su Fe. Aquello que es su Fe, lo es él también” (BG 17:3). “La Fe es el fundamento de lo que se espera y la prueba de lo que no se ve. Por ella obtuvieron un buen testimonio los antiguos. La Fe es la que nos hace comprender que el mundo ha sido formado por la Palabra de Dios, de modo que lo visible proviene de lo invisible” (Hb 11:1-3): a raíces mayores y más profundas (crecimiento en la Fe), mayor es el árbol.

Y ahora fijaos bien en todo el ecosistema que vive a su abrigo y permanece indiferente a su Presencia. A ojos de toda esa biodiversidad que se beneficia de su existencia, los árboles parecen no hacer nada: de la tierra obtienen sus nutrientes, de la lluvia el agua, del sol la luz, de las abejas y las aves del cielo el trabajo de polinización y de dispersión de sus semillas, y de todo lo que brota de la tierra y de los que sobre ella habitan, el abono que regenera la tierra para seguir produciendo nutrientes.

Sin embargo, ellos, anónimamente, purifican el aire que todos respiramos y dan fruto para todo el que quiera recibirlos. Jamás para ellos mismos.




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