Disciplina y Discípulo
El Reino de Dios no viene con espectacularidad (Lc 17:20), sino que toma forma en el discípulo al ritmo que necesita la semilla hasta ser árbol de la misma especie y calidad de Aquél que le dio la Vida (Mc 4:30-32, Lc 6).
Hasta que Kristo, la Pureza de la única vida que llega a alcanzar valor eterno en el Reino de los Fines, sea formado en vosotros (Gal 4:19, 5:22-25), el alma precisa alimentarse en la Bondad Absoluta de la Palabra de Dios (Jn 8:47, 4:32) y fortalecerse en su andadura en el mundo (Jn 17:18).
En esta vía ningún paso es en falso y no hay peligros que acechen. Aun el más pequeño avance es una liberación frente al miedo. Quien sigue esta vía tiene un único pensamiento y ése es el Fin de su determinación. Muchas e interminables, por el contrario, son las ramificaciones en los pensamientos del hombre falto de determinación (BG 2:49-41, Lc 10:42).
El discípulo no es superior a su Maestro, pero el bien formado se hará como Su Maestro (Lc 6:40). Os digo estás cosas para que tengáis Paz en Mí. En el mundo tendréis tribulaciones, pero confiad: Yo he vencido al mundo (Jn 16:33). Si permanecéis en mi doctrina, sois verdaderamente discípulos míos; conoceréis la Verdad, y la Verdad os hará libres (Jn 8:31-32).