La Creación Infinita y Permanente
YO
HAGO NUEVAS TODAS LAS COSAS (Ap 21:5)
MIRAD,
QUE ESTOY CREANDO CIELOS NUEVOS Y TIERRA NUEVA PARA LA ALEGRÍA (Is 65:17-25)
Y VI
UN CIELO NUEVO Y UNA TIERRA NUEVA (Ap 21:1)
Libre albedrío es la facultad
de ejercer libremente la elección del propio destino dentro de Dios, “en
Quien vivimos (o morimos), nos movemos (como caudal del río o
como canto rodado) y existimos (o dejamos de existir)” (HA
17:28).
El libre albedrío sólo
existe si es ejercido conscientemente, y, como facultad que es, su falta de
ejercicio determina su inexistencia.
Y en ese ejercicio consciente
de nuestro libre albedrío, en Él vivimos, existimos y somos movidos de
conformidad con nuestra capacidad de servir (ser útiles) a la Vida Eterna,
cuya causa imperecedera (Espíritu) es la perfecta preservación
eterna de la Vida (Sab 11:23-26) y la perfecta evolución de su causalidad
eternamente efímera y cambiante (ciclos de vida y muerte de su
manifestación física).
Es así como la Bondad
Absoluta es la única causa posible de la que emana la Belleza de una Creación
Infinita cuya incesante causalidad es la Belleza que es Alegría del Segador,
del Sembrador y del Dueño de la Cosecha (Jn 4:31-38), como
permanente estado de la causa para seguir existiendo.
A esta sucesión infinita de
Creación de Belleza para la Alegría (causalidad) es a lo que llamamos fruto
del Amor Divino incondicionado y universal que no hace acepción de personas
(Mt 6:45, Lc 6:35-36), y es lo único que preserva la Vida Eterna (causa/fin) y
su perfecta evolución. Ninguna otra cosa lo es.
Dios es el Perfecto
Optimizador de todos los recursos de Sí Mismo, y es
por eso que, en Sus designios, sólo aquello que puede servir (ser útil) a la
causa única, alcanza la dignidad (Gracia) de la Vida Eterna, quedando lo demás
sometido a los albures de lo eternamente efímero a través del sometimiento a
una Ley (ciclos de vida y muerte) que se cumple a sí misma inexorablemente y
por la que se rige todo aquello que vive temporalmente hasta la extinción de su
vida útil, de modo que: “Yo hago nuevas todas las cosas” (Ap
21:5). “Mirad, que estoy creando cielos nuevos y tierra nueva para la
alegría” (Is 65:17-25). Y, quien eso ha entendido, puede decir cada
día de su vida: “y vi un cielo nuevo y una tierra nueva” (Ap 21:1),
porque “está cada día en una Obra” (Cor 55:29).
Dios “no necesita nada, y
nada puede llegarle de parte de Sus criaturas que Él no tenga por Sí Mismo. Lo
que ha creado lo ha creado para ti. Correspóndele, pues, y ocúpate de Él.
Estate tú también cada día en una obra para tu Señor, como Él está cada día en
una obra para ti”[1].
SÉ SU ALEGRÍA Y CAUSA DE LA
INCESANTE Y ETERNA CREACIÓN DE LA BELLEZA, SIENDO SU MÁS FERVIENTE ADMIRADOR Y
ÉL SEGUIRÁ CREANDO NUEVOS CIELOS Y NUEVA TIERRA PARA TU SER, porque, aunque
la Obra esté disponible para todos por igual, es a aquéllos que muestran
capacidad para amarla y admirarla a quienes el Autor tiene presente (presencia)
durante el proceso de Creación[2]: es “a aquéllos que me
adoran con unidad pura de alma, a aquéllos que se hallan en constante armonía,
a quienes aumento lo que tienen y les doy lo que no tienen” (BG 9:22).
Y son ellos los que conforman
la Unidad (Jn 17) en la Bondad Absoluta de la que emana la Creación Infinita e
Incesante de Belleza para la Alegría, porque “la causa está causada por
aquello de lo que ella es la causa”[3], por ninguna otra cosa
está causada, y sólo por ella todo es creado (Jn 1:1-8, 1Jn 1:1-4).