4.5 La Acción Correcta
Si no te enfrentas a la batalla de la vida
porque, llevado por el egoísmo, temes el combate, tu resolución es vana. La
naturaleza te forzará. Al hallarte bajo las ataduras del karma, de las fuerzas
de tu propia vida pasada, aquello que tú, en tu engaño y llevado por la buena
voluntad, no quieres hacer, tendrás que hacerlo a la fuerza. Cumple, pues, con
tu deber, por muy humilde que sea, en lugar de realizar el de otro, por grande
que sea. Morir cumpliendo el propio deber es la vida, vivir cumpliendo el de otro
es la muerte[1], pues
hemos sido separados, predestinados por designio del que hace todas las cosas
conforme al beneplácito de Su voluntad, para que seamos alabanza de su gloria,
nosotros, los que tenemos puesta nuestra esperanza en Kristo[2].
Cuando la acción se realiza como acción
sagrada, sin egoísmo, con la mente en paz, sin odio o codicia, sin deseo de
recompensa, entonces la acción es pura. Sin embargo, cuando la acción se
realiza con deseo egoísta, o sintiéndola como un esfuerzo, o pensando que es un
sacrificio, entonces la acción es impura. Y la acción que se realiza con mente
confusa, sin tener en consideración las posibles consecuencias, o la propia
capacidad, o el daño infligido a otros, o las propias pérdidas, esa es una
acción de oscuridad[3].
Por tanto, aunque los ignorantes obren de
modo egoísta atándose en acciones egoístas, obren los sabios de manera
desinteresada por el bien del mundo. Mas no turbe el sabio la mente del
ignorante en su labor egoísta. Que su obra devota muestre a los otros el gozo
de la acción correcta, pues en las acciones de los hombres excelentes hallan
otros su modelo de acción. La senda que sigue un gran hombre se convierte en
guía para el mundo[4]. Fue así
como la rueda de la vida se puso en movimiento, y todo hombre que, mediante una
vida de placer carnal y pecado, no la ayude a girar, vive de verdad en vano[5].
La vida de un hombre no lleva a nada a no
ser que viva de acuerdo con todo el Universo. La nobleza tiene su raíz en la
humildad y la verdadera humildad está en hacer lo que nos corresponde de
acuerdo con el Universo[6]. Por eso,
pon tu ánimo en la acción, mas, nunca en su recompensa. Actúa sin pensar en la
retribución, mas no cejes en el cumplimiento de tu labor[7].
Ofréceme todas tus acciones y asienta tu
mente en el Supremo. Líbrate de esperanzas vanas y de los pensamientos egoístas
y lleva a cabo tu lucha desde la paz interior[8].
No teniendo ya deseos, todo se aquietará y el mundo se tornará estable de forma
espontánea[9].