13.2 (IV) En Espíritu y en Verdad
IV. Y entiende bien ahora qué es
el hombre en cada uno de los días de la Creación según su libre albedrío para
la elección de espíritu que ha de gobernar su razón sea ejercido de manera
consciente o inconsciente y necia o sabiamente:
-
El hombre es uno y
trino, como Dios es uno y trino; y el día es la manifestación con que el tiempo
dado “se viste” para hacerse visible[1].
-
El hombre, si no
hace nada para remediarlo, nace, por inercia, al nuevo día en el mismo estado y
dirección en que murió al día inmediatamente anterior y ésa será la forma en
que el tiempo dado en el nuevo día “se vista” para hacerse visible.
-
“El
mundo es triple: nombre forma y acción. En la Palabra está el origen del nombre
… en la Vista está el origen de las formas … en el Cuerpo está el origen de las
acciones. Aun siendo trino, el Ser[2]
es uno solo. Uno y trino. Las apariencias velan la esencia divina que es su
aliento: nombre y forma son sus apariencias. Y éstas lo ocultan” (Brhad Up 1:6).
-
En este
entrelazamiento trinitario e indisociable que es el Ser (uno y trino), padre,
hijo y espíritu son una misma cosa. Y el
Espíritu es el que vivifica o mortifica,
dando nombre al padre y dando forma al hijo, de manera que el hijo (forma
visible del hombre y su mundo) es siempre imagen y semejanza del padre (nombre)
por acción del espíritu que gobierna cada una de las regiones de Dios y que van
desde las profundidades hasta el Altísimo (poder que actúa dentro y fuera de
nosotros haciendo uso de la razón).
-
En cada uno de los
días de su vida, el hombre es formado y perfeccionado en el espíritu de su
elección consciente o inconsciente, tal y como el médico y el músico son
formados y perfeccionados en su profesión cada día de su vida, y también lo son
el ladrón o el mentiroso, de modo que así son sus mundos y sus obras y es así
como la razón (y su entendimiento), se hace pura o impura en el hombre (Jn
8:31-58).