13.2 (II) En Espíritu y en Verdad

 


         II. Todos los demás caminos elegidos por un ejercicio consciente o inconsciente del libre albedrío que opta por vivir de forma distinta a la predestinada por Dios como opción perfecta para el Hombre (Ef 1, Gn 1, Zz 1, Tao 1, HH 1, BG 1, …), conducen al destino natural del resto de cosas de la Creación[1], que es la existencia eternamente efímera de todo lo que vive y muere en el Reino de los Medios y en la Mediedad, pues ninguno de esos caminos forma en el hombre la dignidad para la existencia eternamente eterna en el Reino de los Fines.

         “Entonces Dios formó al hombre del polvo de la tierra, sopló en sus narices un hálito de vida, y el hombre se hizo un Ser viviente” (Gn 2:7). “El primer Adán fue hecho alma viviente, y el último Adán es Espíritu vivificante. Pero no aparece primero lo espiritual, sino lo animal, y luego lo espiritual. El primer hombre salido de la tierra es terrestre (de naturaleza animal), el segundo es del Cielo (de naturaleza Divina). Como el terrestre, así serán los terrestres (y su destino natural); como el celeste, así los celestes (y su destino natural) (1Cor 15:45-48). Y este ejercicio del libre albedrío no es cosa de un día, sino de cada día.

         Sólo la Sabiduría del Espíritu de Dios Altísimo en el Hombre es el alimento que el alma necesita “desayunar” antes de que Dios cree cada nuevo día para que el tiempo dado al Ser pueda discurrir a través de una vida Krística de Una Razón Pura desde el amanecer hasta el ocaso, pues, sin ese desayuno, flaqueará y desfallecerá, porque no será capaz de mantenerse en constante Presencia de Dios ni, por tanto, ser perfecto, pues “lo nacido de la carne, carne es, y lo nacido del Espíritu, Espíritu” (Jn 3:6); “a todos los que le reciben, les da el Ser Hijos de Dios, quienes ni de la carne ni de la sangre ni por deseos naturales ni por voluntad humana son nacidos, sino que nacen de Dios” (Jn 1:12-13).

         Por eso “es necesario que este ser corruptible (naturaleza y destino natural de todas las cosas creadas para lo eternamente efímero en los infinitos ciclos de vida y muerte) se vista de incorruptibilidad y este ser mortal de inmortalidad. Y cuando este ser corruptible se vista de incorruptibilidad y este ser mortal de inmortalidad, entonces se cumplirá la Palabra que está escrita: ‘La muerte ha sido absorbida por la victoria. ¿dónde está, muerte, tu victoria? ¿dónde está, muerte, tu aguijón?’. El aguijón de la muerte es el pecado, y la fuerza del pecado, la ley[2]. Pero gracias a Dios que nos da la victoria por nuestro Señor Jesucristo. Así pues, hermanos míos queridos, manteneos firmes, inconmovibles, progresando siempre en la Obra del Señor (la Suya), sabiendo que nuestra fatiga no es vana en el Señor” (1Cor 15:53-58 y su desarrollo en Gal 4).


[1] Todo esto lo hemos expuesto en detalle en el Lib 1, Cap 4.

[2] Ver explicación detallada en Lib 1, Cap 5:IV y Lib 2, Cap 11:II





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