10 (III) Que debes Ser en la Tierra como en el Cielo para Ser en el Cielo
La paradoja del Siglo XXI no es que el siglo
sea malo y que “cualquier tiempo pasado fue mejor”, sino que, muy al contrario,
mientras mejor es el siglo, más se aparta el hombre de Dios, porque “los
cinco colores ciegan los ojos; los cinco sonidos ensordecen los oídos; los
cinco sabores estragan el paladar; las carreras y las cacerías enloquecen la
mente. Gastar energía en obtener objetos preciosos impide nuestro propio
crecimiento” (Tao 12). Sin embargo, cuando se entiende que es el siglo el
que se hace para el hombre, “el maestro observa el mundo, pero confía en su
visión interior. Permite el ir y venir de las cosas y prefiere lo que ve en su
interior a lo que está en el exterior” (Tao 12), no vendiendo su alma a una
“sociedad del bienestar” que la conduce a una sucesión de estados de
in-quietud, in-satisfacción, des-asosiego, mal-estar, des-gracia y al “llanto
y crujir de dientes” o permanente quejumbre por cualquier cosa, sino
aprovechando lo que el siglo le proporciona para el bien-estar del alma y
conducirla a la quietud, la satisfacción, el sosiego, la Gracia y la Dicha
Suprema que sólo el conocimiento de Dios puede
proporcionarle.
En este siglo hemos recibido más tiempo dado
que en ningún otro siglo anterior, tanto en cada uno de nuestros días como en
la longevidad de nuestras vidas. Por lo tanto, no es el siglo el que te roba el
tiempo dado, sino el hombre quien lo vende a esa ficción de la “sociedad del
bienestar” mal entendida, hasta quedarse sin aliento vital al final de
sus días. Por eso, entiende bien que “a quien tiene, se le dará, y a quien
no tiene, hasta lo poco que tiene se le quitará” (Mc 4:25, Mt 13:12) y se
le dará a quien ya tiene mucho (Lc 19:24-26), porque, es “a aquéllos que me
adoran con unidad pura de alma, a aquéllos que se hallan en constante armonía,
a quienes aumento lo que tienen y les doy lo que no tienen” (BG 9:22) y que
no es el siglo quien te lo quita, sino tú quien lo malvende. “Para la
salvación de quienes son buenos, para la
destrucción de la maldad en el hombre, para la realización del Reino de la
Justicia, vengo a este mundo edad tras edad, pero los necios no me reconocen al
verme en la forma humana que me es propia. No reconocen mi Espíritu Supremo,
Dios infinito de todo esto” (BG 4:8 y 9:11). “Cuántas veces he querido
recogeros como la gallina a sus polluelos y no habéis querido” (Mt 23:37),
porque siempre encontráis “algo mejor” que hacer (Mt 22:1-14).
Pero “nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que viene de Dios, para que conozcamos lo que Dios gratuitamente nos ha dado” (1Cor 2:12), y por eso bendecimos un siglo que nos ha proporcionado el acceso a todas las Escrituras habidas en la historia de la humanidad a un solo click, las obras completas de todo autor que hace vibrar la “caja de resonancia” de la Verdad en lo íntimo de nuestro Ser, luz eléctrica para leerlos, subrayarlos, marcarlos en amarillo, … sin destrozarnos la vista, comunicaciones para compartir nuestro aprendizaje, ong’s con las que colaborar desde cualquier forma imaginable, blogs, vídeos, transportes, carreteras, hospitales, pensiones de jubilación a edades en las que el hombre aún dispone de mucho tiempo dado para dedicar al conocimiento de Dios después de su etapa laboral, padres longevos, hijos sanos y educación gratuita, ashrams, posibilidad de recorrer el mundo por muy poco dinero a través de plataformas para participar en misiones o encontrar hospedaje a cambio de algún servicio, … y todo ello siempre disponible con independencia de que la opción de vida de tu libre elección para que el tiempo dado sea ocupado en el conocimiento de Dios sea la del eremita que hace de su pequeña casa un ashram abierto a todo aquél que busca o la del viajero itinerante que recorre el mundo con su familia en una autocaravana anunciando el Reino de Dios y, así, un infinito abanico de modalidades de ser VIVIDO POR DIOS.