Carta al Lector: detente y reflexiona
Mi amadísimo lector:
Sé que sufres en muchas ocasiones -quizá
demasiadas- los embates propios y ajenos de la ira, del resentimiento, de la
dureza, de la ansiedad, del engreimiento, de la insolencia, de la naturaleza
engañosa, de la desorientación, del desconcierto, de la inseguridad, … del aparente
sinsentido de la vida; y también sé que el motivo por el que sufres es porque
no sabes porqué sufres.
“Dios no es Dios de muertos, sino de
vivos”. ¿Por qué crees que puedes conocer y saber lo que no has querido
aprender?
La única Verdad que hace Libre es la que
hace Libre del sufrimiento y de la muerte, y esa Verdad sólo está en Dios. Dice
el libro del Eclesiástico: “mis ojos buscaban un socorro humano (en el
intelecto humano) y no lo había”. En el mismo libro, después de haber
encontrado la única Verdad que hace Libre del sufrimiento, dice su autor: “ved
con vuestros propios ojos qué poco he trabajado yo y qué gran descanso he
encontrado”.
Todos los esfuerzos que hagas para intentar
solucionar o comprender tu sufrimiento desde el intelecto humano serán en vano.
Cuando creas haber apagado un fuego, se encenderá otro. No hay liberación del
sufrimiento en el intelecto humano, sino causa del sufrimiento. Por eso dice
Jesús a Pedro: “aparta de mí, Satanás, porque tus pensamientos son de hombre
y no de Dios”. Sólo en Dios está la
liberación del sufrimiento. No está en ninguna otra parte.
Por eso detenemos aquí nuestras
publicaciones para dar un tiempo de reflexión a todo lo que hemos ido
exponiendo a lo largo de los capítulos anteriores. Hasta ahora, todo ello puede
parecer algo confuso y dar la impresión de que se trata de textos que buscan la
erudición y sofisticación del lenguaje. Pero no es así. Es el lenguaje del
alma, tan distinto del que hasta ahora has conocido, que parece ininteligible.
Pero lo es porque, hasta ahora, sólo has intentado comprender con el intelecto
lo que no le es comprensible sino al Espíritu.
Decía Pablo de Tarso que “nosotros no
hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que viene de Dios, para
que conozcamos lo que Dios gratuitamente nos ha dado. Y esto es de lo que
hablamos, no con palabras aprendidas de la sabiduría humana, sino aprendidas
del Espíritu, adaptando las cosas espirituales a los espirituales. Pero el
hombre animal no capta las cosas del Espíritu de Dios; son locura para él y no
puede entenderlas, ya que hay que juzgarlas espiritualmente”. Entiende,
pues, que, en este momento, te conviene volver a releer todo lo expuesto; esta
vez, desde el Espíritu Nuevo que Dios ha ido regando en la Verdad de lo íntimo
de tu Ser a medida que ibas avanzando en los capítulos anteriores y verás cómo
todo comienza a tener sentido dentro de una lógica tan aplastante que la hace
absolutamente incuestionable: “antes estaba ciego, y ahora veo”.
Recuerda que el Reino de Dios no viene
con espectacularidad, sino que crece al ritmo de la semilla que llega a ser
árbol y dar fruto, y que, mientras el hombre duerme y despierta noche y día,
la semilla germina y crece sin que él sepa cómo. Así es la Palabra de Dios
contenida en los Libros Sagrados y ése es el Poder de las Escrituras: entregarse
al estudio es crecer día a día porque el Verbo Es Dios mismo. En la
perseverancia en el estudio, la meditación, la oración y la contemplación es
como alcanzas el estado espiritual que te permite decir, como Bécquer, “entonces
comprendí porqué se llora”, porque hoy no eres capaz de comprenderlo,
aunque creas que tú sí sabes, que sí comprendes, que sí puedes solucionarlo.
Todo mentira. “Para el hombre esto es imposible, pero no para Dios, porque
para Dios todo es posible”. El problema es que “no conoces las
Escrituras ni el poder de Dios”.
No existe otro Camino. Los muertos que no
saben que están muertos sufren porque no entienden nada y creen saberlo todo o
son indiferentes a su propia ignorancia de la Sabiduría de Dios para el Hombre.
Y lo que ha nacido para perecer y volver a ser formado desde el polvo, está
muerto desde que nace si no nace de Nuevo a la Vida Eterna. Repito: “Dios no
es Dios de muertos, sino de vivos”. Y hasta que no entiendas esto, seguirás
sufriendo, como lo hacen todos los muertos que no saben que están muertos.
Abre los ojos a la única Sabiduría que
libera del sufrimiento. Mientras sigas queriendo permanecer enfrascado en tus
razonamientos humanos, nadie podrá ayudarte. Mucho menos, tú mismo. El lenguaje de los Libros Sagrados es el
único que el alma entiende y es nuestro único lenguaje.
La única Verdad que hace libre del
sufrimiento está en Dios. Y a Dios sólo se le encuentra dentro del Ser y sólo cuando
se le busca con todo el corazón, toda el alma, toda la mente, todas las fuerzas,
todos los recursos, todo el tiempo y sólo cuando el propósito de su búsqueda es
el Bien Universal. Ni siquiera cuando se le busca para la propia felicidad.
Ésta viene dada por añadidura a quien lo busca por el bien del mundo que le
rodea. Sólo mediante tu transformación interior ayudarás a los otros y serás
dichoso. No intentes transformarlos a ellos. No funciona. Simplemente comparte con
ellos humildemente la Sabiduría de Dios que vas adquiriendo y sin imponerla
jamás como ley.
No espero que me creas a mí. Ni el propio
Jesucristo consiguió que nadie en Nazaret creyera una sola palabra de lo que
decía. Pero el mundo está lleno de libros escritos por quienes han andado y
andan el único Camino, la única conexión de continuidad infinitesimal de
vínculos universales, de entre las infinitas combinaciones posibles, que es
la Verdad que Libera del sufrimiento y que lleva a la Dicha Suprema de una
existencia en permanente Presencia de Dios Altísimo. Cambia tus hábitos de
lectura y empieza de una vez por todas a leer los Libros Sagrados y los
testimonios de quienes han alcanzado una existencia en permanente Presencia de
Dios. A través de ellos Dios cambiará tu vida para siempre. En la sección “Fuentes
y Abreviaturas” tienes una pequeña relación de libros con los que poder iniciarte
desde cualquiera de ellos. E iniciarte significa abrir la puerta a Dios, que
lleva toda tu vida detrás de ella golpeándola con los nudillos para cenar
contigo y hacer de ti un día perfecto.
Estás muerto y no lo sabes. Los muertos no
ven que están muertos. Sólo cuando nacen a la Gracia son capaces de ver que antes
estaban muertos. Aunque el ojo humano no sea capaz de ver la electricidad, el
viento, el aroma de una flor o ni tan siquiera la luz, sino sólo las cosas que
son bañadas por ella, así ocurre con la Luz interior de Dios en el ojo sano de
los vivos y con la oscuridad en el ojo enfermo de los muertos. Sólo tienen
pensamientos y entendimiento de muertos que creen estar vivos. Pero Dios es Dicha
Suprema y no está en el padecimiento. Y Dios no está en el padecimiento porque
el padecimiento es de los muertos y Dios es Dios de vivos y no de muertos. Lo
contrario sería afirmar que Dios es el Ser más desdichado del Universo. Y no lo
es. Él es la Dicha Suprema. Dios tiende Su Mano para rescatar al hombre de sus
propios infiernos, pero no se dejará arrastrar a esos infiernos. E infierno es
todo lo inferior a la Dicha Suprema.
Quien, en medio del padecimiento, dice “esto
no es vida”, no sabe la verdad tan grande que está diciendo. Porque está
muerto. Pero Dios es el Creador Sublime de todos los días para los vivos. Los
muertos son como una semilla almacenada junto a millones de semillas en un
granero oscuro: una semilla muerta, que no tiene VIDA hasta que no es plantada
en tierra fértil. Pero esa semilla puede pedir al Dueño de la Tierra que la
saque del granero para SER plantada, regada, bañada por la luz del sol y así
crecer y respirar aire PURO hasta dar fruto para la cosecha del Señor de los
Vivos para siempre.
Escucha “Only You” de The Platters y
entiende bien la letra. Entiéndela bien desde tu Espíritu en cada verso.
Póntela una y otra vez hasta que forme parte de tu Ser Universal. Dentro de
ti está Dios; el Reino de Dios está dentro de ti. Ésta es la única Verdad,
toda la Verdad y nada más que la Verdad. No hay otra. Falta únicamente que tú
le des las riendas de tu vida al Creador Sublime de cada día, de los Cielos, de
la Tierra, de lo visible y de lo invisible y contemples con asombro infinito Su
milagro permanente.
“Despierta tú que duermes, levántate de
entre los muertos y te iluminará Kristo”.
Tu hermano, que te ama.
