8 (III) El Tiempo dado
III. Y cuando esto ocurre, el
significado y el sentido de las palabras que usamos en el lenguaje del mundo,
es sustituido por el del lenguaje del alma, de la Eternidad, de Dios Altísimo,
de modo que, no sólo “personalidad, corazón, espíritu, inteligencia,
misterio, todo significa lo mismo, siendo sólo nombres diferentes que se
aplican a una misma cosa que toma formas diferentes en momentos diferentes …
creación, producción, invención fabricación y emanación son palabras que
indican un mismo significado, (porque), aunque tengan una pequeña
diferencia semántica, todas vienen a ser lo mismo, (pues) lo que se
quiere dar a entender con ellas es la manifestación de la revelación de Dios …
hay que saber que la Verdad que lo abarca todo es uno de los muchos nombres que
se refieren a lo nombrado (que) algunos gnósticos lo han interpretado
como Amor, otros lo han hecho como Fuerza y Palabra Eterna”[1],
sino que, además, cuando el río de la vida ha vuelto al océano que es su origen
porque ha perseverado en su obra durante el tiempo dado, Dios le hace saber que
tiempo, alma y vida son exactamente la misma cosa, ya sea en su forma efímera o
eterna, y que es por eso por lo que Jesucristo nos dice “¿de qué le vale al
hombre ganar todo el mundo si pierde su alma? ¿qué se puede dar a cambio del
alma?” (Mt 16:26), pues, el tiempo dado se agota (es quitado) en el
espíritu que lo alberga si no alcanza la dignidad de Ser en el Eterno: y esto
es a lo que llamamos muerte.
Antes de proseguir, se hace necesario que
comprendamos lo siguiente: “Tanto las intuiciones puras como los conceptos
puros sólo son posibles a priori (antes de la experiencia), mientras que
las intuiciones empíricas y los conceptos empíricos únicamente lo son a
posteriori (después o durante la experiencia) … Nuestra naturaleza conlleva el que la
intuición sólo pueda ser sensible, es decir, que no contenga sino el modo según
el cual somos afectados por los objetos. La capacidad de pensar el objeto de la
intuición es, en cambio, el entendimiento … sin sensibilidad ningún objeto nos
sería dado y, sin entendimiento, ninguno sería pensado. Los pensamientos sin
contenido están vacíos; las intuiciones sin conceptos son ciegas. Por ello es
tan necesario hacer sensibles los conceptos (es decir, añadirles el objeto de
la intuición) como hacer inteligibles las intuiciones (es decir, someterlas a
conceptos). Las dos facultades no pueden intercambiar sus funciones. Ni el
entendimiento puede intuir nada, ni los sentidos pueden pensar nada. El
conocimiento sólo puede venir de la unión de ambos”[2].
Decía Pablo de Tarso que “escribiros las
mismas cosas una y otra vez no es molesto para mí, y a vosotros os da
seguridad” (Filip 3:1). Y es de este mismo modo como acometemos nosotros
nuestro trabajo en estas publicaciones, pues, resulta de vital importancia que
los conceptos que van siendo puestos de manifiesto a lo largo de las páginas
anteriores, no se desvanezcan en el olvido a medida que avanzamos, ya que los
unos no pueden progresar sin los otros, o, por expresarlo de manera gráfica,
dejar que los cimientos se desmoronen en el olvido, hace imposible que el
progreso de la edificación se sostenga.
[1] NN:
cap. 2, 8 y 7
[2]
CRP: Doctrina trascendental de los elementos, Segunda parte, La lógica trascendental,
I, Introducción, La lógica en general.