2 (I) La Verdad os hará Libres

 


   I. Dios ha puesto algo sublime en el interior de los hombres: “la Verdad en lo íntimo del Ser”. Sólo vivir conforme a esa Verdad nos hace libres, porque es en esa Verdad donde reside el auténtico propósito de existencia y donde únicamente podemos hallar a Dios para que nos enseñe Su Sabiduría para el hombre (Sal 51:8 “Tú amas la Verdad en lo íntimo del Ser y, en secreto, Sabiduría me enseñas”). Ahí dentro, en lo secreto, es donde Dios se revela a Sí mismo en el interior del hombre (Mt 6:6) y nos descubre qué es lo que hemos de hacer en la vida para que nuestra existencia se Libre. No solamente libre de la esclavitud a la que hacíamos referencia en el capítulo anterior, sino libre del destino natural de los hombres, que, como ocurre con cualquier otra cosa de la Creación, es la muerte, pues todas ellas comparten su naturaleza perecedera y sólo al hombre se le ha otorgado la Gracia de poder vencer a ese destino común de toda materia.

   Y, sin embargo, la liberación de ese destino natural de todas las cosas de la Creación (la muerte) no le es posible al hombre lograrla por sí mismo, pues él, que es mortal, no puede ser causa en sí mismo de lo que no es (su causalidad). Es imposible para el hombre, pero no para Dios (Mc 10:27). Y Dios lo hace posible en aquéllos que le permiten ser formados por Él a Su imagen y semejanza: el Hombre de Consciencia Krística y, por tanto, Universalmente Buena, que se deja enseñar por Dios en esa Verdad en lo íntimo del Ser, pues sólo “si permanecéis en mi doctrina, sois verdaderamente discípulos míos; conoceréis la Verdad, y la Verdad os hará Libres” (Jn 8:31-32).

   Y la primera herramienta perfectamente diseñada por Dios para retirar el montón de escombros con que hemos ido sepultando esa Verdad en lo íntimo del Ser y cavar hacia el interior del hombre hasta llegar al lugar en que se encuentra la Verdad es la Palabra contenida en los Libros Sagrados (Mc 12:24), pues sin Ella nada podemos hacer por nosotros mismos (Jn 15:5) ni, por lo tanto, vivir conforme al propósito de nuestra existencia universal, pues “la vida de un hombre no lleva a nada a no ser que viva de acuerdo con todo el Universo. La nobleza tiene su raíz en la humildad y la verdadera humildad está en hacer lo que nos corresponde de acuerdo con el Universo” (Tao 39, en relación con Ex: 3:14, BG 18:59-60 y 3:35, Ef 1:5 y 11 y 2:9-10, Mt 11:25-30 y HH 77).

   Porque es a través del poder que despliega en nosotros (Ef 3:20) la Palabra contenida en las Escrituras como comienza a vibrar la “caja de resonancia” en el despertar de esa Verdad en lo íntimo del Ser que dice “te basta mi Gracia” (2Cor 12:9), “escucha Mi Voz, que entonces Yo seré tu Dios. Sigue el camino que Yo te he prescrito para tu propia felicidad, que Yo no prescribí nada a vuestros padres sobre sacrificios y holocaustos” (Jrm 7:22-23), “porque mi yugo es suave y mi carga, ligera” (Mt 11:30).



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