1 (IV) Introducción a "Reino de Dios"
IV. Amémonos los unos a los otros
porque el amor es de Dios, y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios;
el que no ama no ha conocido a Dios, porque DIOS ES AMOR. El que cree
que Jesús es el Kristo, ha nacido de Dios. Y el que cree en el Hijo de Dios,
tiene el testimonio en sí mismo[1], pues sólo
en ti se halla Dios; no hay ningún otro, no, no hay otro Dios. Sí, en ti hay un
Dios escondido[2].
¿Sabes qué es amarme con verdad? Entender
que todo es mentira lo que no es agradable a mí[3].
Es cosa admirable que quien llenara mil mundos se encierre en una cosa tan
pequeña como el alma[4]. Y el
alma se apacienta de aquello que se alegra[5].
Así pues, “os rogamos, hermanos, que amonestéis a los indisciplinados, que
alentéis a los pusilánimes, que socorráis a los necesitados, que tengáis
paciencia con todos. Mirad que ninguno devuelva a nadie mal por mal, sino
procurad siempre el bien, tanto entre vosotros como para los demás. ¡ESTAD
SIEMPRE ALEGRES! Orad sin cesar. Dad en todo gracias a Dios, porque ésta es
Su voluntad en Kristo Jesús respecto de vosotros. No apaguéis el Espíritu, no
menospreciéis las profecías. Examinadlo todo y quedaos con lo bueno; huid hasta
de la apariencia del mal[6].
Nosotros, por nuestra parte en el Todo, a
través de esta “Guía de Lecturas de Orientación Inicial e
Introducción a la Sabiduría de Dios para el Hombre y Krística de una Razón
Pura”, sólo deseamos dejar testimonio de que hay un Reino de Dios en la
Tierra como en el Cielo para quienes están siempre alegres, viviendo conforme a
Sus enseñanzas, y de que muchos de los que hoy escribimos, predicamos y
hablamos para compartir gratuitamente todo lo que Dios nos ha regalado, también
fuimos caos y tinieblas antes de haber conocido a Dios en nuestro interior,
pero he buscado celosamente el bien y no seré confundido. A quien me ha dado la
Sabiduría glorificaré. Con poco que incliné el oído la logré y me encontré
mucha doctrina. Gracias a ella he progresado mucho y en la pureza la he
encontrado. Acercaos a mí y frecuentad la escuela. Adquiridla sin dinero. Ved
con vuestros propios ojos qué poco he trabajado yo y qué gran descanso he
encontrado. Alegraos en la misericordia del Señor y no os avergoncéis de Su
alabanza. Haced vuestra obra antes del tiempo dado y, a su hora, Él os dará la
recompensa[7].