14.3 (IV) Razón adversa y Razón propicia
IV. “Quien se lamenta de la
naturaleza del mundo no sabe lo que hace y hasta dónde llega su osadía. Lo que
sucede es que desconoce el orden continuado de las cosas, de las primeras a las
segundas, después a las terceras, y así hasta las últimas, y no sabe que no es
preciso insultar a unos seres porque sean inferiores a los primeros, en cambio,
hay que aceptar con dulzura la naturaleza de todos los seres”[1].
Y, en ese “orden continuado de las cosas”: “más allá de los sentidos
están sus objetos, y más allá de los objetos está la mente. Más allá de la
mente está la razón pura, y más allá de la razón está el Espíritu en el hombre.
Más allá del Espíritu en el hombre está el Espíritu del universo, y más allá
está Dios[2],
el Espíritu Supremo. No hay nada más allá de Dios: Él es el final del camino.
La luz del Atman[3],
el Espíritu, es invisible, oculta en todos los seres. Es vista por los que ven
lo sutil, cuando su visión es aguda y clara. Los juiciosos deberían renunciar
al habla a cambio de la mente, a la mente a cambio del Sí mismo que conoce, al
Sí mismo que conoce a cambio del Espíritu del universo y al Espíritu del
universo a cambio del Espíritu de la paz. ¡Despertad, alzaos! ¡Aspirad a lo más
Alto y estad en la Luz! Los sabios dicen que el camino es estrecho y difícil de
andar, estrecho como el filo de una cuchilla” (Katha Up 3).
Conoce bien este orden en el Todo y no
habrá caos alguno en tu Ser. Recuerda siempre que no existe nada fuera de
Dios, que “en Él vivimos, nos movemos y existimos” (HA 17:28), en la
capa del Cielo o en cualquiera de las capas por debajo del Cielo (Tao 34), y
que “el sabio vive en armonía con todo lo que está bajo la capa del Cielo,
viendo todas las cosas como si fueran él mismo” (Tao 49), porque Dios Todo,
OMnipotente, OMnisciente y OMnipresente, “es un Ser Vivo y Libremente
Creador (“la Única Sustancia Real y Única Realidad”[4])
… Dichoso el que puede leer en las estrellas el mensaje que encierran, un
mensaje de una autoridad a la medida de quien lo ha escrito, digno de
recompensar al investigador su tenacidad y su habilidad, pero invitándole a la
vez, a reconocer a Aquél que da la Verdad y la Vida y establece Su morada en el
corazón de los que le adoran y le aman”[5]
(BG 9:29, Jn 14:25).
Conoce bien el Orden Perfecto, en
Espíritu y en Verdad: conócete a ti mismo, al Universo y a Dios, para que
puedas negarte a ti mismo como el Todo (BG 18:22) o como pieza independiente,
dividida y separada del Todo (BG 18:21) y puedas vivir el Ser Total que, siendo
parte indivisible del Todo, es también el Todo del que forma parte por
participación en Su Divinidad Eterna e Infinita (BG 18:20, Jn 14:28;14:11;10:30;14:12;17:21).
En este conocimiento espiritual y permanentemente consciente, “ningún paso
en es falso y no hay peligros que acechen” (BG 2:40), pues, del mismo modo
que “donde está el cadáver, ahí se reúnen los buitres” (Mt 24:28) y “donde
abundan los bienes materiales, ahí abundan los parásitos” (Ecl 5:10), “cuando
la Luz de Dios se enciende en el corazón, los pies de los ladrones desaparecen”[6]
(Jn 8: 1-11, 6:66) y sólo queda lo que es alimento para el alma en el Camino de
Perfección que lleva al Padre.
[1] Plot:
Cap 6.
[2]
En el Katha Upanishad el Espíritu Supremo es llamado Purusha; en el Corán, Alá;
en la Torá, Yahvé, El Saddai, ….; en otros libros sagrados, Brahman, Tao, …,
pero siempre ES ¡Dios Altísimo!
[3]
A pesar de las innumerables connotaciones del término Atman, nos referiremos
siempre a Él como al alma viva y despierta o Ser Total no privado de ningún
atributo de la plenitud de Dios (Col 3:19) por estar habitada por el Espíritu
de Dios Altísimo, a diferencia del alma dormida o el alma muerta. El Atman es,
pues, en el sentido de estas publicaciones, Dios en Su Presencia plena en el
interior del Hombre de Dios y del Universo (el Ser) del Hombre de Dios que ha
hecho de su alma Amor Puro, única morada en la que habita Dios Altísimo. Teresa
de Jesús lo expresaba diciendo “Es cosa admirable que quien llenara mil
mundos se encierre en una cosa tan pequeña como el alma” (“Camino de
Perfección” 28:11); Jesucristo, diciendo que “Si alguno me ama, guardará
mi palabra, y mi Padre le amará; y vendremos a él y haremos en él nuestra
morada …/… y la palabra que escucháis no es mía, sino del Padre que me ha
enviado” (Jn 14:23-24); Krishna, diciendo que “Para todos los seres
YOSOY el mismo y mi amor siempre es el mismo, pero quienes me adoran con
devoción están (son) en mí y Yo en ellos” (BG 9:29).
[4] CS:
Cap 4, Sutra 12; TU; Col 2:17.
[5] Pío XII:
Discurso de 20 de mayo de 1957 (CE1447).
[6] NN:
Cap 8.