13.4 (II) En Espíritu y en Verdad

 


         II. Y, entonces, y sólo entonces, “si os preguntan <<¿cuál es el signo de vuestro Padre en vosotros?>>, decidles: <<es un movimiento y un reposo>> (Tom 50), pues, en el Camino de Perfección en Dios Altísimo, la adversidad no es una lucha entre el bien y el mal, sino el discurrir del río de agua viva que discurre como el manantial que salta a la Vida Eterna. El mal, simplemente queda fuera de lo que es objeto de la instrucción por la que “el discípulo no es superior a su Maestro, pero el que fuere perfeccionado, será como su Maestro” (Lc 6:40).

         Dios instruye a quien dice “Yo voy al Padre” sólo y exclusivamente en el Árbol de la Vida: con, para, por y en el Bien Universal (“por Kristo, con Él y en Él”) y no para perder sus días comiendo del árbol de la ciencia del bien y del mal (Gn 2:15-17) a través de un laberinto de infinitas combinaciones de categorías[1] en las que la razón se pierde irremediablemente cuando cree estar a cargo del gobierno del Ser por desconocer al espíritu (o espíritus) que realmente la gobierna y dividiéndose contra sí misma hasta perecer (Is 7:16 , Lc 11:14-28).

         En el Árbol de la Vida que ese manantial de agua viva, Dios enseña al Hombre a ser testigo de su propia existencia (Gn 2) con el “ojo sano en el que todo el cuerpo está iluminado” (Mt 6:22), “no percibiendo como quien percibe algo, pues no hay nada que percibir distinto de Él … ése es su destino, mundo supremo, meta última, felicidad plena en la que las demás criaturas viven tan sólo una pequeña porción de ella” (Brhad Up 4) y que, en función de la libre elección de espíritu, que es patrimonio exclusivo de los hombres, “el mal que padecen los demás seres les afecta sólo a ellos, pues en lo Divino está el Bien sin sombra del mal” (Brhad Up 1) al no estar en su campo de apercepción[2] nada de lo que no sirve de alimento al alma (Is 33:15-16), que sólo “se apacienta de aquello que se alegra”[3].

         “Quien esto conoce es llamado el conocedor del campo … lo que es el campo y cómo es, cuáles son sus cambios y de dónde procede cada uno, quién es el conocedor y cuál es su poder … todo cuanto nace, tanto si se mueve como si no, procede de la unión del campo y el conocedor del campo” (BG 8:1-3 y 26). Y, quien esto sabe, lo sabe porque Dios Altísimo, “en lo secreto” del estudio, la meditación, la oración y la contemplación sagradas (Mt 6, BG 16:1-3) que tienen lugar “en Espíritu y en Verdad”, tan distinta del estudio, la meditación, la oración y la contemplación “racionales”[4], le ha hecho saber y comprender que “YOSOY el conocedor del campo en todos los campos de mi Creación; y que la sabiduría que ve el campo y al conocedor del campo es Sabiduría verdadera” (BG 8:2), en la que no existe sombra del mal, sino en la que “todo lo que Dios ha creado es bueno y nada hay despreciable si se toma con acción de Gracias, pues se santifica con la Palabra de Dios y la oración” (1Tim 4:4-5).


[1] Ver Lib 1, Cap 5 y 6:III acerca de la Ley como causalidad de la causa de lo perecedero. Nos adentraremos de alguna manera en este mundo de combinaciones de categorías y juicios de la razón en el capítulo siguiente.

[2] Aunque ahondaremos algo más adelante en este concepto, valga, en este punto, definir apercepción como aquello que, estando en el campo de todo lo potencialmente perceptible de manera consciente, no pasa desapercibido, en oposición a todo lo que, estando, igualmente, en el campo de todo lo potencialmente perceptible de manera consciente, pasa desapercibido.

[3] Conf: Lib XIII, Cap 27

[4] Veremos esto, igualmente, en el capítulo siguiente.





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