13.3 (II) En Espíritu y en Verdad
II. Expondremos muy brevemente
algunos ejemplos extraídos parcialmente de “Religion & Science,
complementary not contradictory”, de Pandit Shriram Sharma Acharya[1] y
complementados con algún apunte:
-
Desde las civilizaciones de la Antigua Roma,
Antigua Mesopotamia, Antiguo Egipto, … la ciencia humana se aproxima al
descubrimiento del número “π “a través de distintos métodos de estudio de la
circunferencia y su relación con el cuadrado, …, siempre en valores imprecisos
alrededor del 3 (3,1604; 3,1428; …). Vitruvio, en el año 20 d.C., llega a
calcularlo como el resultado de la fracción 25/8, muy cerca del valor que
conocemos en la actualidad.
-
El sistema de astronomía establecido por
Hiparco de Nicea en el año 200 a.C., con la Tierra como centro del universo y
su número exacto de 1028 planetas, así como satélites, a pesar de su error,
tuvo una vigencia de aproximadamente un milenio y medio.
-
Durante la vigencia de esa “certeza temporal o
relativa” (aunque se tomaba por absoluta), a pesar del error que el
geocentrismo provocaba sobre todo el sistema astronómico, la descripción de las
trayectorias orbitales del sistema establecido por Hiparco permitió a Ptolomeo,
en el siglo II d.C., descubrir y escribir su tratado “Almagesto”, en el
que, entre otros múltiples eurekas, establece el número “π“ en 3,1416…,
como resultado de la fracción 377/120.
-
No será hasta el siglo XVI, en que Copérnico
desafiara y deslegitimara el sistema astronómico establecido por Hiparco, que
el nuevo sistema da un vuelco a todo el conocimiento humano[2]
y, a pesar de errar en muchos aspectos (p. ej.: el heliocentrismo), permite a
Isaac Newton el desarrollo de una parte de su ciencia, parte de la cual sigue
vigente en la actualidad del mismo modo que otra parte (p. ej: la gravedad) se
tambalea y deslegitima desde que emergiera la mecánica cuántica, cuyas bases
(principios cuánticos de superposición de historias, entrelazamiento,
interferencia, decoherencia, incertidumbre, azar, …) no sólo resultan
fascinantes por sí mismas, sino que, igualmente, nos proporcionan “verdades o
certezas temporales” con una asombrosa “provisionalidad eficiente” (sistemas de
gps, resonancia magnética, …) que permite al hombre progresar hasta el mundo
del Siglo XXI que conocemos a base de legitimación y deslegitimación de “certezas”.
-
El hombre siempre tuvo “certeza” de la
existencia del número “π “, y también de que las aproximaciones ganadas a
través del tiempo siempre lo fueron con carácter temporal. Pero ello no privaba
a esas “certezas temporales y mutables” de su “provisionalidad eficiente” para
un siguiente “pequeño paso para el hombre” cuyo provecho resultara en “un gran
salto para la humanidad”, que no solo no resulta incompatible con las certezas
inmutables de la Sabiduría de Dios para el Hombre, sino tremendamente beneficiosas,
tal y como tuvimos ocasión de exponer en los capítulos 9 y 10 (Lib 2), “Paradoja
del Siglo XXI” y “Que debes Ser en la Tierra como en el Cielo para Ser
en el Cielo”, siempre que tengamos presente su valor relativo y utilidad
temporal: “en la Antigüedad, las personas vivían vidas holísticas. No
exageraban la importancia del intelecto, sino que integraban la mente, el
cuerpo y el espíritu en todas las cosas. Esto les permitía llegar a ser
maestros del conocimiento, en vez de víctimas de los conceptos. Si aparecía un
nuevo invento, indagaban los problemas que podría causar, así como las ventajas
que ofrecía. Apreciaban los antiguos métodos que habían demostrado ser eficaces
y apreciaban los nuevos métodos si podían demostrar su eficacia. Si quieres
dejar de estar confuso, imita a los antiguos: unifica tu cuerpo, tu mente y tu
espíritu en todo lo que hagas” (HH 43).
[1]
Pandit Shriram Sharma Acharya escribió más de 3.000 libros sobre espiritualidad
en relación a una infinita diversidad de temas científicos, filosóficos,
sociales, … En la sección “Fuentes y Abreviaturas” hemos relacionado
algunos de los más significativos para los propósitos de nuestras
publicaciones.
[2]
De hecho, la Crítica de la Razón Pura de Kant recibe el calificativo de
“giro copernicano” por la revolución que supone sobre los cimientos de los conocimientos
provenientes de la sabiduría humana, no hace de ello sino apenas doscientos
cincuenta años.