2 (y III) La Verdad os hará Libres
III. El Reino de Dios en la Tierra
existe, y quien ha llegado a conocerlo VE cómo “su misma existencia
beneficia a todas las cosas” (HH15). Dios jamás miente cuando nos dice que “todo
el que pide recibe, el que busca halla y al que llama se le abre la puerta”
(Mt 7:8). Y quien ha hallado, será capaz de leer con nuevos ojos el capítulo 51
del Eclesiástico y VER su propia autobiografía mientras lo recita dando gracias
a Dios por los innumerables beneficios de su nueva vida.
Los caminos que Dios construye para los
hombres son incontables y no todos discurren a través de la vía del
conocimiento metafísico o místico de Sus misterios[1].
Para muchos, el camino discurre a través del trabajo, la familia, las misiones,
el arte, la ciencia, … pues la orquesta que interpreta la partitura de la
sinfonía de Dios está compuesta de los músicos y timbres más variados que, bajo
Su batuta, conforman una sonoridad cuya belleza es comparable a la diversidad
de la flora, fauna, montañas, ríos, océanos y cielo estrellado que nos ofrece
nuestro planeta (BG 18:41-44, 1Cor 12,) y en la que cada uno de los músicos
puede alcanzar tanta perfección en su instrumento como perfecto es Dios en la
dirección (BG 18:45, Mt 5:48). Sin embargo, a cada uno de los músicos
corresponde conocer perfectamente su partichela, y ello sólo es posible
comenzando con esa primera herramienta diseñada por Dios: estudiar las Escrituras,
pues no hay más Maestro que Dios. Los demás sólo estamos para mostrar que no
hay más Maestro que Dios y ésta es nuestra única función (Lc 9:60).
Así pues, “escudriñad la Escrituras, ya
que en ellas creéis tener vida eterna: ellas testifican de Mí” (Jn 5:39).
“El hombre que rechaza la palabra de las Escrituras y sigue el impulso del
deseo, no alcanza ni su perfección ni la dicha, ni la Vía suprema. Que las
Escrituras sean, pues, tu autoridad para decidir acerca de lo que es correcto y
lo que no lo es. Conoce la palabra de las Escrituras y cumple en esta vida con
la labor que has de realizar” (BG 16:23-24). “Entregarse al estudio es
crecer día a día” (Tao 48). “El estudiante que busca y estudia estas
enseñanzas fomenta la evolución de la humanidad, así como su propio desarrollo
espiritual. El estudiante que las ignora, obstaculiza el desarrollo de todos
los seres” (HH 54); y la salvación del mundo está en los muchos sabios”
(Sab 6:24).
[1]
Prolg: Al final del prólogo a esta obra -que prepara el camino a la
comprensión de la primera edición de la “CRP” mediante una exposición
según el método analítico como consecuencia de la incomprensión con que
fue recibida la original exposición según el método sintético-, Kant,
consciente de las distintas naturalezas y dotes habidas en los seres humanos,
exponía que “quien encuentre que también este plan, que antepongo, como
prolegómenos, a toda metafísica futura, es a su vez oscuro, considere que no es
necesario que todos estudien metafísica; que hay muchos talentos que progresan
muy bien en ciencias sólidas y aun profundas, más cercanas a la intuición,
talentos, empero, que no alcanzan ese progreso e investigaciones con puros
conceptos abstractos; y que, en tal caso, uno debe aplicar sus dotes
espirituales a otro objeto”. De forma idéntica se pronuncia Pablo de Tarso
en relación a los dones espirituales y a la unidad entre el cuerpo místico del
Kristo y sus distintos miembros y funciones en 1Cor 12.