1 (I) El esclavo no sabe lo que hace su Señor
I. “El esclavo no sabe lo que hace
su Señor” (Jn 15:15) y precisamente por eso es esclavo.
“El entendimiento no extrae sus
leyes (a priori) de la naturaleza, sino que se las prescribe a
ésta”, "leyes según las cuales un entendimiento es causa del mundo. Cuando
esa determinación de su causalidad se refiere a un efecto en el mundo, que
encierra un propósito moralmente necesario, pero inejecutable para seres de
sentidos, entonces es posible un conocimiento de Dios y de Su existencia " (Kant[1]).
A diferencia de los animales, que no pueden
escapar del sometimiento a las leyes que gobiernan los elementos, sólo al
hombre se le ha dado la libertad de poder entender para elegir libremente el
estado y destino de su existencia, según entienda o no que Dios, y sólo Él, es
el Señor del tiempo interminable en el que prosperan “el conocimiento
del alma, la razón que conduce a la verdad, la palabra, la memoria, la
inteligencia, la constancia y la paciente indulgencia” (BG 10:32-34).
El entendimiento se encarga de darle forma a
lo que llegamos a conocer, ya sea a través de lo que perciben los sentidos o de
lo que percibe nuestro Espíritu (lo que viene de fuera o lo que sale de
dentro), y ello en función de cuáles sean las condiciones cognitivas de cada
persona (su desarrollo intelectual y/o espiritual) y, por lo tanto, será esa
condición cognitiva la que determine su experiencia posible de la vida -su
forma de percibir, conocer y, consecuentemente, de actuar y de entender los
efectos de sus actos-[2].
Y en la elección de lo que se quiere conocer
para el entendimiento reside el ser o no-ser del alma, pues, ser o no-ser es
una cuestión de estado, o lo que es lo mismo -y parafraseando fuera de contexto
a Luis XIV-, “EL ESTADO SOY YO”. Y por eso, no sólo ésta es la cuestión,
sino que es la única cuestión, pues el autoconocimiento del estado no es cosa
para ser curioseada “a ratos”, porque cuando el Ser “conoce a Su Señor”, Él se
hace todo (1 Cor 15:28) en todo lo que vemos, oímos, tocamos, olemos, ... como
Verbo de la Vida (1Jn 1:1-4) que se manifiesta en el entendimiento.
[1]
Prolg: “Segunda Parte de la Principal Cuestión Trascendental: ¿Cómo es
posible la ciencia pura de la naturaleza?; ¿Cómo es posible la naturaleza
misma?” en relación a la “Deducción trascendental del uso empírico
universalmente posible de los conceptos puros del entendimiento”, “originaria
unidad sintética de apercepción” e “imperativo categórico de la ley
moral” en la “CPR”; y CJ: “Nota General a la Teología”.
[2]
CRPr: en el desarrollo de este concepto descansa el grueso de la analítica
trascendental de los conceptos y del entendimiento de la “Crítica de la
Razón Pura”.